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A día de hoy, seguimos sin contar con un tratamiento específico para el covid-19 y los protocolos varían en cada país y en cada ... hospital, pero la situación ha cambiado desde marzo, cuando la evolución de los pacientes sorprendía a los médicos una y otra vez. Los tratamientos han evolucionado, se han eliminado medicamentos que se habían probado con otros coronavirus y no han demostrado eficacia contra el SARS-CoV-2, como el kaletra, la hidroxicloroquina y la azitromicina, que tenían efectos secundarios graves y no mejoraban el pronóstico.
De momento, el remdesivir es el único medicamento aprobado para tratar de forma específica el covid-19, aunque se trata de un medicamento caro que, si bien acorta la recuperación en pacientes moderadamente graves, no ha demostrado eficacia a la hora de reducir la mortalidad.
Gracias a los grandes ensayos clínicos se han obtenido nuevas evidencias. Uno de los hallazgos fue que muchos enfermos sufrían trombos con consecuencias fatales, en ocasiones incluso después de superar la enfermedad. Una complicación debida al mecanismo inmunológico del virus, que solía aparecer a partir de los 15 días desde la hospitalización, muchas veces cuando el paciente ya estaba en casa. Esa complicación se ha combatido de forma efectiva cuando se empezó a dar heparina preventivamente a todos los que ingresaban, en lo que se denomina una dosis profiláctica, y en dosis más elevadas si había pruebas de hipercoagulación.
Otro de los fármacos que ha mejorado la esperanza de los enfermos es la dexametasona, un corticoide barato que ha demostrado capacidad para reducir la mortalidad en pacientes graves de covid-19. Había miedo a prescribir corticoides, porque bajan las defensas, y si hay carga vírica el virus puede hallar menos impedimentos para multiplicarse. Tras el ensayo se han empezado a utilizar en fase precoz y a dosis bajas. Quizá podría aportar algún beneficio la colchicina, un fármaco indicado para disminuir los niveles de ácido úrico en la gota, pero la evidencia deriva de un único ensayo clínico de pequeño tamaño que necesita corroboración.
La situación ha cambiado menos para los pacientes leves, que se tratan igual que al principio, con paracetamol para los síntomas y tratando de controlar la saturación. Lo que ha cambiado en estos casos es la edad y circunstancias de los pacientes, más jóvenes y con diagnóstico precoz, que llegan en menor medida a las UCI y evolucionan de forma más favorable. Habiendo mejorado, los tratamientos aún no están claros; y menos lo están las secuelas, sobre todo aquellas que se pueden mantener a largo plazo. Aún queda mucho por investigar sobre los efectos del coronavirus, por eso sigue siendo fundamental mantener las medidas de seguridad y realizar grandes ensayos clínicos compatibles con la práctica asistencial.
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