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El próximo 1 enero del nuevo año 2022, Cuba celebrará, una vez más, el triunfo de la revolución: la llegada de Fidel a La Habana y el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista. Han pasado ya 63 años desde este histórico hecho, ... esperado por un pueblo que, movido por la ilusión y la esperanza de las consignas revolucionarias, recibió entusiasmado al comandante como al más grande de los héroes nacionales.
Con el paso de los años, sin embargo, el entusiasmo de los cubanos se fue tornando en hastío primero y en desesperación después al comprobar que los 'logros' de la revolución se reducían a una cartilla de racionamiento.
Desde ese lejano 1 de enero de 1959, en el que se inició la diáspora de casi dos millones de personas condenadas al exilio, cuatro generaciones de cubanos han soportado un régimen sanguinario y dictatorial que les ha privado de las libertades más básicas y ha llevado al país a la ruina más absoluta con la disculpa de un sempiterno 'bloqueo imperialista' que, sin embargo, no ha impedido a avispados empresarios turísticos españoles explotar el 'parque temático del socialismo caribeño'.
La revolución, para los jóvenes de la década de los años sesenta, supuso el desarraigo de millones de familias que quedaron rotas por la forzosa salida de quienes se vieron obligados a dejar atrás su vida entera y empezar de nuevo en tierra extraña. A los jóvenes de los 70, nacidos y formados en las consignas revolucionarias, 'el paraíso socialista' les educó en el totalitarismo y la uniformidad soviética y en el agradecimiento a la URSS, «generosa» suministradora del régimen.
La ayuda rusa no les salió, sin embargo, gratis. Dos mil de ellos murieron en Angola en 'la operación Carlota', ideada por Fidel Castro para apoyar, en plena guerra fría, al marxista MPLA en el proceso de descolonización del país africano.
Ni el literario realismo mágico del gran Gabo, fiel amigo de Fidel, fue capaz de edulcorar tal desatino. Pero, no fueron ellos los únicos que dejaron la isla...
En 1980, más de diez mil cubanos invadieron la embajada del Perú reclamando asilo e iniciando una nueva crisis migratoria que Fidel Castro intentó sofocar abriendo el puerto de Mariel desde el que salieron más de 125.000 personas hacia la Florida.
La cínica y sibilina maniobra de apertura del comandante fue, no obstante, aprovechar la crisis para vaciar las cárceles de presos comunes, enviándoles a los Estados Unidos junto con aquellos que decidieron abandonar la isla.
Los actos de repudio y la brutal violencia ejercida por el régimen contra quienes decidieron marcharse de Cuba no amedrentó sin embargo a la siguiente generación, que tuvo que enfrentarse, además, al 'Periodo Especial en Tiempos de Paz', eufemismo con el que el régimen tapó su absoluta ineficacia cuando en 1991 Rusia cerró el grifo del suministro.
El hambre, la miseria y, sobre todo, la dura represión obligó entonces a más de 32.000 cubanos a lanzarse, en improvisadas embarcaciones, a cruzar las peligrosas 90 millas marítimas que separan la isla del 'monstruo imperialista yanki'.
En el año 2000, ni la muerte del comandante, ni el relevo generacional del gobierno consiguió frenar la incesante fuga de exiliados, más de 44.000 que, atravesando a pie las selvas centroamericanas y el extenso territorio mexicano, cruzaron la frontera con los EEUU en 2015. Cuatro generaciones, cuatro éxodos con el mismo único fin: vivir en libertad. En esa libertad que las nuevas tecnologías muestran, sin filtros, a la juventud cubana del 2021 y de la que el régimen quiere 'protegerla' para que no se contagie del virus del imperialismo.
Pero los jóvenes de hoy ya no quieren dejar sus casas ni escapar de su patria, quieren vivir en ella y vivir libres.
'Patria y Vida' es su consigna frente al 'Patria o Muerte' con el que la gerontocracia del partido comunista cubano se empeña en seguir adoctrinándoles. Ese fue el grito que el 11 de julio sacó a las calles a la quinta generación de cubanos posrevolución a la que internet ha enseñado que no existe una doctrina única; que hay tantas ideas como individuos capaces de expresarlas: y que la Patria no puede ser nunca patrimonio de un líder, por grande que este sea. Y ya nada puede ser igual después del 11 de julio porque el mundo entero ha visto cómo el cruel gobierno cubano no ha dudado en lanzar contra los manifestantes una policía pertrechada como el más moderno de los ejércitos mientras, al mismo tiempo, es incapaz de liberar a su pueblo de la cartilla de racionamiento.
No, ya nada puede ser igual y esperemos que esta vez internet sea como el huracán que acabó asolando Macondo y que el régimen castrista, como la estirpe de los Buendía, no tenga una segunda oportunidad sobre la tierra.
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