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Con los extranjerismos, especialmente anglicismos, estamos abrazando términos por encima de nuestras posibilidades. Y no es que yo sea un talibán del castellano y tengamos que poner en lugar de «stop», «pare», como ocurre en algunos países de Sudamérica o «so» como ya he visto, ... con esa mezcla de ironía y humor ibérico. Pero el otro día llegué a casa de un amigo y me dice que me va a hacer un «house tour». Enseguida me eché la mano a la cartera y me tenté la ropa. Yo pensando en cualquier cosa, así sin anestesia. Pero resulta que pretendía enseñarme la casa. ¡Qué cosas!
Ahora ya no te cuentan una serie, hacen «spoiler». Quien te motiva es tu «coach», nada de maestro. No compro productos básicos o de bajo coste, sino «low cost», para tener un «look» o «outfit vintage». Y ya no nos colocan noticias falsas o directamente mentiras, sino «fake news», que es lo mismo, pero con estilo. En este momento entiendo por qué ir a la playa o al trabajo con la fiambrera es muy cutre, en comparación con una «healthy food» en su táper. Así que al teclear el corrector de «Word» no solo subraya en rojo a diestro y siniestro, sino que empieza a corregir en la lengua de Boris Johnson, pensando que el castellano es el error, lógicamente.
Y que no se te ocurra tener en mente comprar un coche, porque, además de poder financiar el pago del vehículo y del gasoil, tendrás que tener un B2 o un máster de Cambridge. Ves en un anuncio un «Alfa Romeo 159 Sportwagon 1.9 JTD Selective» y no te queda claro si es un coche para llevar al chaval a la EBAU o diseñado especialmente para gente cansada de hacer deporte.
Hasta amueblar la casa se ha complicado de forma asombrosa. Como no eres de castaños o caobas tienes que apañarte en la cadena sueca. Y ahí, acertar con el producto es de nota. Ya el inglés de COU tampoco te sirve. Lo que prima es el sueco, con sencillas palabras como «Fjordgard» o «Fjällbo», con serio riesgo de atragantamiento al intentar pronunciarlas para un aborigen de Hispania. Comprar en autoservicio, descifrar los nombres tipo «Pasapalabra», cobrarse uno mismo y montarte tú el mueble. Y triunfa a lo grande. ¡Sin duda, unos fenómenos!
Ahora elegimos representante español en el Festival de Eurovisión y lo llamamos «Benidorm Fest». La más conocida cita de moda hispana es la «Fashion Week Madrid». Pero sinceramente, todo eso es peccata minuta. Lo que realmente me preocupa y produce pesadillas es presentarme en una tienda a comprar unos vaqueros. Y si ya era difícil que no estuvieran rotos, ahora hay que elegir entre «jeans slim, skinny, straight, regular…» Volveré a la pana.
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