Secciones
Servicios
Destacamos
El presidente Zelenski ha condecorado a Patron por el entusiasmo con que este artificiero asume una misión que le expone a la muerte y que salva vidas. Su destreza para detectar explosivos ha ayudado a los zapadores del Servicio Estatal de Emergencia, en Chernígov, a ... desactivar más de doscientas minas enterradas por los rusos. Cartucho, ese es su nombre traducido al español, sólo tiene dos años y medio y es un Jack Russell terrier, un perro soldado. En Ucrania lo consideran un héroe, pero los eruditos puristas le niegan esa condición, reservada a los hombres porque sólo ellos son conscientes del riesgo que corren.
Desde que la ley española elevó a las mascotas de la categoría de «cosas» a la de «seres sintientes», ha arreciado el debate sobre si pueden ser no sólo objeto sino también sujeto de derecho. Eminentes juristas, antropólogos y filósofos argumentan que carecen de derechos, como de deberes y responsabilidades, porque esas facultades son potestad exclusiva de los humanos, capaces de dotarse de ellas y discernir sobre su cumplimiento. Especialistas no menos conspicuos defienden la «personalidad jurídica» de los animales, porque poseen estados conscientes, distinguen entre el bienestar y el sufrimiento, demuestran afecto, desarrollan comportamientos intencionales... Tribunales de países como Argentina, Colombia, EE UU y la India los han reconocido como «persona no humana», «sujeto de derechos no humanos» o «sujeto no humano de derechos fundamentales».
Patron localiza minas porque quiere que le recompensen con queso y porque ha aprendido que es su deber, lo que no le distancia tanto de los militares que lo hacen por un sueldo y por obediencia. Aun así, esos profesionales demuestran valentía, y quizá el pequeño terrier, más valioso que valeroso, ajeno al peligro, ni siquiera pase miedo. Pero ejemplos de coraje no faltan en la fauna, y hay perros que dan la vida por sus dueños.
En el libro 'Un animal es una persona', el periodista y escritor francés Franz-Oliver Giesbert nos recuerda que «somos la única especie, junto con la rata topo, que extermina a sus propios individuos». Si el progreso moral de las sociedades puede medirse por el trato que dispensan a sus animales, según el archiconocido alegato de Gandhi, ¿qué ocurre con ellos en involuciones genuinamente humanas como las guerras?
Nos fijamos en Ucrania. Canes famélicos y abandonados desmenuzan lo único comestible que encuentran después de vagar durante días por barrios devastados de Mariúpol: trozos de cadáveres de personas abatidas sobre las aceras. Familias ucranianas hambrientas, atrapadas en la ciudad bombardeada, beben agua de los radiadores y se alimentan de perros y gatos. A algunos no tienen ni que matarlos, ya lo han hecho los proyectiles y la inanición. Tropas rusas que ya no reciben ni raciones caducadas añaden chuchos callejeros a su dieta.
La guerra convierte a los hombres en depredadores de perros y a los perros en carroñeros de hombres. Pero eso no es el reflejo de lo que somos. Entre los casi cuatro millones de ucranianos que han huido de su país, miles y miles han cargado con sus perros y gatos en incómodos e inciertos viajes kilométricos de varios días de duración. A pesar de que la ley marcial los ha obligado a dejar atrás a padres, hermanos, hijos, maridos y demás allegados en edad de combatir, no se han separado de sus animales «porque son miembros de la familia».
Los refugiados que no se llevaron consigo a sus canes y felinos han incubado un sentimiento de culpa que ha agravado su trauma. La tristeza de algunos expatriados ha alcanzado tal magnitud que asociaciones de apoyo han organizado traslados al país invadido para recoger mascotas depositadas en albergues y asilos, en el mejor de los casos, y reunirlas con sus propietarios.
El voluntariado en Ucrania no ha excluido de su auxilio a las víctimas no humanas. Hay protectoras que han buscado y acogido a todos los ejemplares abandonados que han podido, veterinarios que han atendido a los heridos, fotógrafos que retratan a las mascotas rescatadas para facilitar la devolución a sus familias. Cruz Roja ha repartido toneladas de alimentos para animales. «No admito el concepto antropocéntrico y neciamente maltusiano según el cual todo el cariño que les demos a los animales se lo quitamos a los humanos», proclama Giesbert. Lo firmo, suscribo, rubrico.
«Favorecemos a ciertos animales porque desempeñan el papel superficial de parientes subrogados. Esta es una razón conmovedora para alimentar otras formas de vida y sólo un patán la criticaría», escribió el biólogo y naturalista estadounidense Edward Wilson en 'Biofilia'. El notario e historiador español Antonio Linage Conde arguye que el vínculo entre hombre y animal de compañía «es tan intenso e íntimo que puede penetrar en las mayores profundidades psíquicas de la dimensión afectiva de la vida, lo cual no solamente es lícito, sino valorable y acreedor a la tutela jurídica». La plasmación legal de la evolución moral ya estaba tardando.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.