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El 20 de febrero ante la sede de Génova 13, muchos más de 3.500 españoles se concentraron para decirle al PP que están dispuestos a renunciar a muchas cosas, pero no a la ilusión. Tan fuerte sonó el mensaje que las reacciones dentro del ... edificio oscilaron entre quienes optaron por taparse los oídos y quienes reprocharon las formas de los manifestantes. Como si el grito no fuera un modo de hablar cuando una parte no está dispuesta a escuchar. Una semana después, creo que se nos ha olvidado lo más importante: dar las gracias.
Y es que no somos aún conscientes de la importancia del 'recao' que los ciudadanos nos han hecho llegar, ni de la brutal cantidad de confianza en nuestro futuro como partido que guardaban entre líneas cada uno de los eslóganes coreados en la calle el domingo pasado.
Lo que los ciudadanos le han dicho al Partido Popular es sencillamente que están deseando que les demos motivos para votarnos. Que confían en nuestra capacidad para sacar de La Moncloa a una banda organizada que está esquilmando el país, retorciendo la democracia y haciendo cada día más cara y difícil la vida de la gente.
¿Nos podía haber pasado algo mejor que el hecho de que nos recordaran que no estamos aquí para calentar el banquillo? ¿No creen que nos hacía falta escuchar que los ciudadanos están hartos de un partido más empeñado en fingir unidad interna que en construirla?
Debo confesar que llevo toda la semana haciéndome preguntas: si los cántabros hubieran querido manifestarse ante la sede regional del Partido Popular, ¿hubieran sabido siquiera encontrarla? ¿Hubiera sido dispersada la concentración por la Policía ante el riesgo de que los gritos despertaran a los huéspedes del hotel en el que se esconde la sede en Cantabria? ¿No está durando demasiado la siesta que se está echando el Partido Popular entre el rumor de las olas y la brisa del El Sardinero?
Escucho estos días en Cantabria llamadas a la unidad, lecciones sobre 'saber irse'. Y no dejo de preguntarme si quienes consejos venden que para sí no tienen, se han parado a preguntarse si la hora de irse no ha llegado para muchas y muchos más de los que están a punto de cruzar la puerta.
¿Qué está dispuesto a arriesgar el Partido Popular en Cantabria para ser capaz de crear una ilusión como la que ha nacido en Madrid? ¿Todo lo que tenemos que ofrecer los populares cántabros a los ciudadanos es quedarnos como estamos? Si somos más conservadores en la estrategia que nuestras bases, ¿cuánto van a tardar los votantes, afiliados y simpatizantes en buscar y encontrar otra opción a la que votar? Si de verdad nos creemos que no es hora de abordar la aventura de convertirnos en el partido que la gente necesita, ¿a quién vamos a echar las culpas de un resultado electoral que no será bueno?
Puede que haya quien se extrañe de que elija una tribuna abierta en un medio de comunicación para plantear estas cuestiones. Pero habrá también quien entienda que esta tiene que ser una conversación en la que toda Cantabria pueda participar. Si es que de verdad en el Partido Popular queremos ser relevantes para un mayor número de cántabros y no solo un club de acceso exclusivo a socios.
Los ciudadanos se han hartado y lo han dicho. De una forma de comunicar, a nivel local y nacional, que suena más a Boletín Oficial que a conversación humana, de una forma de gestionar en la que parece que prima la conservación del propio puesto remunerado en la organización que los intereses que representamos. No debería extrañarnos que la aparición pública de perfiles políticos diferentes, capaces de hablar como la gente normal y de no pedir perdón por 'ser del PP' esté despertando un entusiasmo que honestamente cabe envidiar.
Ojalá los cántabros se manifestaran a las puertas de la sede regional del Partido Popular. Ojalá nos gritaran que tienen tanta ilusión puesta en nosotros que no están dispuestos a que sigamos echando la siesta. Ojalá nos recuerden a gritos que de nuestro acierto en la apuesta por un liderazgo renovado y unos apoyos adecuados depende que Miguel Ángel Revilla deje de hundir Cantabria.
Por cierto, la sede de los populares en Cantabria está en la calle Joaquín Costa. Y por lo que a mi respecta, son ustedes muy bienvenidos cuando quieran decirnos a la cara que no están dispuestos a renunciar a la ilusión de vernos liderados, organizados y trabajando por ser Gobierno. Bienvenidos incluso si tienen que gritar para despertarnos.
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