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Hace 95 años, Paul Dirac, un físico inglés que ganaría el Premio Nobel de 1933, formuló una ecuación que, en principio, servía para describir el comportamiento de las partículas elementales con masa cuyo número de espín fuera 1/2, como el electrón, de forma consistente ... con los principios de la mecánica cuántica y de la teoría de la relatividad especial.
La fórmula es sencilla y elegante, como se puede apreciar:
Pero hete aquí que, en 2015, a un usuario de Facebook de Nueva Zelanda se le ocurrió publicar un meme en el cual designaba esta ecuación como la más hermosa en la física, relacionándola con el entrelazamiento cuántico y, por extensión, con el amor humano.
Lamentablemente, tenemos la obligación de explicar que esta interpretación está muy alejada de la realidad: la ecuación de Dirac sirve para explicar el comportamiento de un solo electrón, no tiene nada que ver con el entrelazamiento cuántico, y mucho menos con el amor entre personas.
Sin embargo, esta ecuación, que consigue poner de acuerdo la relatividad especial y la mecánica cuántica, es hermosa. Empezando por esa engañosa sencillez, en la que cuatro símbolos se ven sometidos a operaciones aritméticas sencillas. Para llegar a esta fórmula, es necesario aplicar ciertas simplificaciones. Así, el símbolo ∂ atravesado por la barra oblicua representa un sumatorio de derivadas parciales, el símbolo ψ es la función de onda de Schrödinger, i es la unidad imaginaria y m la masa del electrón. Encontrar soluciones para esta ecuación no es fácil, pero Dirac encontró algunas y las interpretó con brillantez.
Dirac consiguió explicar a escala subatómica el comportamiento del electrón, pero no se quedó ahí. Se encontró con un resultado que parecía absurdo, y decidió que era correcto. Cuatro años más tarde, Carl David Anderson estaba fotografiando las trazas de partículas producidas por rayos cósmicos en una cámara de ionización cuando encontró una partícula con la masa del electrón, pero con carga positiva, justo la locura que Dirac había publicado. Esa partícula fue bautizada con el nombre de positrón y fue la primera evidencia experimental de que la antimateria existía. La ecuación de Dirac había pasado la prueba más difícil que se le exige a las teorías científicas: predecir un resultado desconocido hasta entonces.
La ecuación es hermosa, aunque no sirva para definir al amor; pero es que, seguramente, el amor no sería tan hermoso si pudiera reducirse a una ecuación de física.
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