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En las últimas décadas, se viene observando un proceso de cambios en la estructura del mercado de trabajo que responde a tendencias socioeconómicas de largo alcance, impulsadas por transformaciones tecnológicas, políticas frente al cambio climático, una economía globalizada y nuevos riesgos geopolíticos, entre otros factores.
En España, durante la última década, se han registrado importantes crecimientos en las ocupaciones que requieren mayores niveles de cualificación, autonomía y responsabilidad, pero también en las intermedias de tipo técnico. Al mismo tiempo, se sigue constatando un incremento en el empleo relacionado con el cuidado de las personas.
Los estudios de prospectiva señalan que, en los próximos años, será necesario cubrir un amplio volumen de puestos de trabajo, principalmente, en los grupos de alta cualificación, dentro de la evolución hacia una economía cada vez más basada en el conocimiento, pero también para posiciones que requieren cualificaciones de nivel medio y bajo.
Las transformaciones en la economía y en los empleos plantean importantes desafíos y algunos los encontramos en el terreno de la formación. El Consejo Económico y Social de España ha señalado ciertos rasgos preocupantes en las tendencias de cambio actuales que apuntan a futuros cuellos de botella en la oferta de trabajo, y ha resaltado la necesidad de una orientación decidida de los sistemas formativos.
Las cualificaciones y competencias necesarias deben ser provistas desde un sistema educativo y formativo avanzado. Asimismo, es esencial mejorar la formación de la plantilla de las empresas, siendo una responsabilidad compartida entre ambas partes.
Por una parte, la formación tiene que hacerse colaborando más decididamente con las empresas, especialmente en un horizonte de expansión de la formación dual; por otra, las empresas deben asumir que participar en la formación de talento, y retenerlo, es la mejor estrategia para contar con personal cualificado. Además, esta participación empresarial es aún más beneficiosa si se anticipa a posibles estrangulamientos en la oferta de trabajo.
Estamos ante un reto de primer orden para el sistema de la formación profesional en su conjunto y también en el ámbito universitario. Además, la juventud española sigue soportando mayores tasas de paro y menores tasas de empleo que la media europea comunitaria. La persistencia en el tiempo de esta posición comparativamente peor de las personas jóvenes en el mercado laboral en España, agravada por dos crisis sucesivas, la financiera y la sanitaria, apunta a la existencia de problemas estructurales en el mercado de trabajo de la población joven y al riesgo de su cronificación.
Una parte de esos problemas está relacionado con desajustes entre las cualificaciones que se poseen y las competencias que se demandan en el mercado. Es necesario, por tanto, construir más y mejores puentes entre la universidad y el trabajo, facilitando así la entrada de las personas jóvenes en el mundo laboral. Pero no hay que olvidar otros problemas igualmente importantes, como la persistencia de una elevada tasa de paro total, en comparación con la media europea, o el creciente y cada vez más prolongado desempleo de larga duración.
Con este escenario, la formación dual interrelaciona los conocimientos teóricos y el aprendizaje práctico basado en el trabajo, dentro de un esquema de alternancia de la formación entre la empresa y el centro educativo. Para que funcione, es necesario que los centros de formación y las empresas colaboren y compartan la responsabilidad de enseñar.
Los modelos de Formación Profesional Dual considerados de referencia en Europa siguen este esquema de combinar la formación en la empresa con la formación en el centro educativo, con las características de complementaria, coordinada y corresponsable. La formación dual se considera una modalidad educativa que permite combatir eficazmente el desempleo, en especial el juvenil, ya que facilita la transición entre la formación y el mundo del trabajo.
En todo caso, existen diferencias destacables entre países. En Alemania, Suiza y los Países Bajos, más del 80% de los estudiantes participan en programas de formación dual. En Dinamarca e Irlanda, todos los estudiantes de FP se benefician de esta modalidad de aprendizaje. En contraste, el porcentaje es muy bajo en otros 16 países, incluyendo España. Aquí, sólo el 2,4% de los alumnos de FP están involucrados en este tipo de formación, a pesar de haber logrado un aumento en los últimos años.
Un desarrollo amplio de la formación dual en España puede contribuir a una recuperación duradera, sostenible e inclusiva; puede impulsar la innovación y el crecimiento empresarial, contribuyendo así a la transformación del modelo productivo y a la generación de más y mejores empleos. Esto adquiere una relevancia especial en la reconstrucción económica y del mercado de trabajo postpandemia, en el actual contexto de cambios estructurales socioeconómicos, productivos y de las ocupaciones.
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