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La elección de la economista Conchi López al frente de la Universidad de Cantabria ha puesto en valor, con más fuerza, nuestra profesión. La comunidad universitaria así lo ha reconocido. Es un honor contar con una rectora que va a liderar nuestra universidad con visión ... y compromiso, y que además es miembro activo de nuestro colegio profesional. Su pertenencia a nuestra organización, casi desde su fundación, reafirma su alta formación y profesionalismo y refleja un profundo compromiso con la ética, la excelencia y la actualización permanente. Este vínculo garantiza que nuestra institución cuenta en su Junta de Gobierno con alguien que entiende la importancia de la educación y se adhiere a los más altos estándares de su campo, promoviendo el desarrollo de nuestra comunidad académica con una visión integral y de futuro.
Es importante señalar que la economía y los economistas han revolucionado los métodos de gestión, las organizaciones y la planificación estratégica, dejando una influencia patente en la sociedad y aumentando su consideración social. Una profesión joven, a veces impopular e incómoda en sus recetas y prescripciones, pero indispensable para el progreso de la sociedad, que ayuda a comprender y resolver los problemas de las sociedades actuales.
Una profesión que, como ha señalado en muchas ocasiones el profesor José Luís García Delgado, ha hecho contribuciones decisivas en España: la introducción de la racionalidad económica, la gestión empresarial, de negocios y administrativa y la modernización económica del país. Además, ha tenido un protagonismo decisivo en hitos de nuestra historia reciente: el Plan de Estabilización que impulsó el desarrollo español de las décadas siguientes, la gestión de la crisis durante la Transición y en todo el proceso de la integración europea hasta la implantación del euro.
La dirección de una universidad es una tarea compleja que demanda visión estratégica, gestión eficiente de recursos y adaptación constante a las cambiantes demandas del entorno académico, económico y social. En este contexto, la profesión de economista aporta un valor único y esencial para guiar a una institución educativa hacia el éxito y la sostenibilidad en el largo plazo.
En un entorno donde las instituciones educativas se enfrentan a restricciones presupuestarias y a la necesidad de mantener la calidad académica, el economista es capaz de optimizar la asignación de fondos, identificar áreas de eficiencia y maximizar el impacto de cada inversión. Adoptar decisiones informadas y fundamentadas que garanticen que los recursos se utilicen de manera que beneficien tanto a los estudiantes como a la comunidad universitaria en general.
En primer lugar, el bagaje de una rectora con formación económica le capacita para tomar decisiones fundamentadas en datos y análisis rigurosos. La economía proporciona herramientas para gestionar los recursos de manera eficiente, optimizar el uso de los presupuestos y, en última instancia, garantizar la sostenibilidad financiera de la universidad. En tiempos de crisis o incertidumbre económica, esta capacidad resulta crucial para minimizar los efectos negativos y asegurar la estabilidad institucional. Además, su formación le permite comprender las tendencias globales y locales que afectan a la educación superior, desde la competitividad en la investigación hasta las demandas del mercado laboral. Esto asegura que los egresados estén bien preparados para afrontar los retos de un mundo interconectado, posicionando a la universidad como un agente de cambio y promotora de capital humano de calidad, altamente adaptado a las necesidades del mercado. Esto fortalece su papel como motor de desarrollo económico y social en la región y más allá, aumentando su prestigio y atrayendo más recursos. Todo ello deviene en el papel clave que juega la implementación de las políticas universitarias orientadas a la mejora continua. Su capacidad para analizar la oferta académica, identificar áreas de crecimiento y redefinir estrategias de inversión propicia que la universidad se mantenga al día y se anticipe a los desafíos del futuro.
Una rectora con estas cualidades es capaz de forjar alianzas estratégicas con el sector privado y el gobierno, potenciando el impacto social de la universidad. Su conocimiento en políticas públicas y macroeconómicas le habilita para gestionar eficazmente los recursos externos, fomentando la colaboración interinstitucional y el desarrollo de proyectos de gran envergadura.
En resumen, una universidad dirigida por una economista será una institución ágil, innovadora, financieramente sostenible y socialmente responsable, con un enfoque estratégico que garantizará la preparación de sus estudiantes para los desafíos del futuro. En este entorno, la universidad cumplirá su misión educativa y se posicionará como un referente global, con un impacto profundo en la formación académica y el desarrollo económico y social. Preservar el legado recibido, enriquecerlo, adaptarlo y expandirlo con el trabajo conjunto de la sociedad debe marcar el itinerario para que nuestra universidad siga siendo un faro de conocimiento y una plataforma que forme a los líderes del mañana.
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