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Europa se encuentra en un momento crucial, con desafíos internos y externos que ponen a prueba su capacidad para mantenerse competitiva en el escenario global. En este contexto, el informe de Enrico Letta, ex primer ministro italiano, sobre el futuro del Mercado Único Europeo adquiere ... una relevancia excepcional al trazar una hoja de ruta para el nuevo ciclo político e institucional europeo 2024-2029.
En 2004, la UE representaba casi el 26% del PIB mundial, según un análisis basado en datos del Fondo Monetario Internacional. El año pasado, esta proporción se encontraba en el 17,6%, un porcentaje que podría confirmarse en 2024.
No obstante, en los últimos años, la UE ha demostrado su capacidad para resolver problemas inesperados, lo que ha destacado su valor añadido en situaciones de crisis y ganando, de esta forma, una mayor visibilidad y relevancia en comparación con ciclos anteriores. Sin embargo, el camino hacia la competitividad no está exento de desafíos. La transición ecológica, la digitalización y la pérdida de competitividad evidenciada por la pandemia y la guerra de Ucrania son solo algunos de los retos a los que Europa se enfrenta.
Uno de los puntos centrales del 'informe Letta' es la necesidad de una integración efectiva del Mercado Único, considerándolo como un instrumento para abordar diversas problemáticas que afectan a la UE, más allá de las puramente comerciales. La integración de sectores clave como la energía, las telecomunicaciones y los mercados financieros es esencial para garantizar la competitividad de Europa frente a otras potencias globales como Estados Unidos y China. Además, la importancia de una transición digital, verde y justa, así como el fortalecimiento de la seguridad y la defensa, también son asuntos cruciales.
Una de las principales novedades del documento es la propuesta de una 'quinta nueva libertad' fundamental para el Mercado Único, que se añade a la libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales. Un nuevo pilar que se sustenta en la investigación, la innovación y la educación.
Fortalecer este pilar requiere una política industrial europea centrada en la innovación, con el objetivo de crear ecosistemas industriales líderes capaces de producir entidades de importancia global dentro de Europa. Se trata de construir un nuevo modelo de gobernanza con una política industrial colectiva que trascienda los límites nacionales: un centro de conocimiento europeo, como una plataforma digital centralizada, que brinde acceso a la investigación financiada públicamente, al conjunto de información y recursos educativos, apoyando el desarrollo de espacios europeos de datos en sectores clave.
Para acelerar la innovación, abordar los desafíos sociales y fortalecer la competitividad europea, la UE debe fomentar activamente las asociaciones público-privadas en áreas estratégicas, enfocadas en el intercambio de conocimientos y la adopción de innovaciones, con apoyo específico para las pymes y startups. Según Letta, un pilar clave de la quinta libertad son las infraestructuras de investigación, priorizando también la red compartida de recursos computacionales y supercomputadoras que permitan a investigadores y empresas acceder a capacidades críticas de computación de alto rendimiento.
La política industrial necesita inversión en innovación para hacer realidad tecnologías clave que todavía están en fase de desarrollo y afrontar los retos europeos. Los programas de innovación son una herramienta clave para impulsar y acelerar la política industrial y la competitividad en Europa. También lo es el fortalecimiento de la participación industrial en esos programas, impulsando pilares de las políticas europeas del Pacto Verde y la transición energética, la digitalización, el desarrollo de la inteligencia artificial basada en estándares éticos sólidos, o el refuerzo de la seguridad y la defensa.
En breve está prevista la publicación de otro análisis que tendrá un impacto significativo: el informe Draghi sobre la competitividad de la UE. Mientras tanto, queda por ver si las recetas propuestas por Letta pueden hacerse realidad tras las elecciones europeas. En palabras de la economista Matilde Mass, «ahora solo falta ver si el Parlamento recién elegido comparte la amplitud de miras del informe Letta o vuelve a enredarse en disputas domésticas perdiendo de nuevo la oportunidad de jugar en la primera liga mundial».
En lo que respecta a nuestro país, cabe reconocer el esfuerzo hecho en las últimas décadas para incrementar su capacidad para innovar. Se ha logrado mejorando los recursos humanos, ampliando infraestructuras tecnológicas y dinamizando los sectores y empresas intensivos en conocimiento. A pesar de ello, España todavía ocupa una posición media en los rankings globales de innovación y por debajo de la media de la UE-27. No olvidemos que la innovación, junto con la mejora del capital humano, es una herramienta crítica para que las economías avanzadas logren un aumento sostenido de su productividad.
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