Perspectivas económicas 2024-225

Este crecimiento se ha sustentado, en primer lugar, sobre el turismo, que ha sorprendido por su dinamismo, algo inesperado dada la creencia existente de saturación de muchos destinos turísticos.

Asimismo, la aportación de los servicios no turísticos al crecimiento es una buena noticia ya que, en su mayoría, estas actividades suelen tener un mayor contenido tecnológico y requieren mano de obra cualificada.

Por su parte, la contribución del consumo público al crecimiento del PIB ha de considerarse como un factor negativo debido a sus implicaciones sobre los niveles de endeudamiento.

Una variable que debe tenerse muy en cuenta en la evolución de la economía española y cántabra es la debilidad de la inversión empresarial, que todavía no ha recuperado el nivel prepandemia, a diferencia de lo que ocurre en el resto de países de la eurozona. Durante el primer trimestre de este año, experimentó una ligera recuperación, pero después de haber sufrido una caída muy intensa en el trimestre anterior, la tendencia de estancamiento permanece invariable.

En cualquier caso, cabe añadir que no se observan elementos a corto plazo que puedan truncar esta senda de crecimiento, salvo acontecimientos geopolíticos imprevisibles. No se constatan desequilibrios macroeconómicos más allá del déficit fiscal, tampoco existe ninguna burbuja en el ámbito de la economía y se contabiliza superávit en la balanza de pagos.

Por otra parte, el moderado nivel de endeudamiento de las familias y su elevada tasa de ahorro implican que existe un amplio margen para el crecimiento del consumo.

Asimismo, el importante déficit acumulado de viviendas debería impulsar el crecimiento en el sector de la construcción. Esta tendencia, unida a la evolución a la baja de los tipos de interés, que ya han tocado máximos, ayudaría al aumento de la demanda de viviendas.

La previsible recuperación de la economía europea, a partir de la segunda mitad de este año, impulsaría el crecimiento de nuestras exportaciones de bienes que, a diferencia de nuestras exportaciones de servicios, se han comportado negativamente en los últimos tiempos.

En el sentido contrario, el ajuste fiscal que se espera para el 2025 restará crecimiento y, previsiblemente, el turismo no podrá mantener el mismo ritmo de expansión.

La revisión de las predicciones realizadas por el Servicio de Estudios del Consejo General de Economistas vaticinan, a nivel nacional, un crecimiento del PIB entre el 2,3% y el 2,5% para este año y entre el 1,8% y 2% para 2025. En el caso de Cantabria, estas ratios se situarían entre el 2,0% y 2,2% en 2024 y entre el 1,7% y el 1,9% en 2025.

A largo plazo, el principal factor de preocupación, a mi juicio, sigue siendo la caída del PIB per cápita, debido al reducido crecimiento de la productividad que es, sin duda, el problema número uno de la economía española y cántabra.

Otro factor de preocupación es el elevado nivel de endeudamiento público, que supone una vulnerabilidad en el caso de que se produzcan tensiones en los mercados financieros que den lugar a una huida de los inversores de los activos sin riesgo. Sin embargo, esta situación, por sí sola, no provocaría una crisis, pero si moderaría el ritmo de crecimiento en la medida en que obligaría a hacer un ajuste fiscal a partir del próximo ejercicio.

La debilidad de la inversión empresarial tampoco es un factor que, a corto plazo, vaya a desencadenar una crisis. Sin embargo, si no se produce una recuperación significativa, implicará un menor crecimiento de la productividad y, por lo tanto, un menor crecimiento de la economía en los próximos años.