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El modelo para financiar el sistema sanitario público es trascendental para garantizar la suficiencia, la equidad y la sostenibilidad de las prestaciones que hacen efectivo el derecho a la salud en nuestro país. Tener salud es valioso, pero obtenerla y mantenerla exige trabajo y dinero. ... Lograrla implica satisfacer necesidades expresadas en forma de demanda, más el coste de oportunidad que encierra renunciar a otros bienes. Requiere utilizar los recursos de un modo eficiente a fin de obtener el mayor impacto social, promoviendo además la equidad. No es posible imaginar ninguna estabilidad política o crecimiento económico sin que el bienestar se extienda a la sociedad en su conjunto, es decir, sin que las coberturas de salud y las oportunidades sociales sean iguales para todos.
En este contexto, la Economía de la Salud tendría como objetivo proporcionar elementos de análisis y valoración para guiar la toma de decisiones en el ámbito sanitario, tanto para los gobernantes como para los profesionales del sector. Para ello, debería utilizar los criterios económicos básicos de eficiencia y equidad que rigen la asignación de recursos. Se trata de aplicar la lógica económica al ámbito de la salud en beneficio de todos. La consideración de los fondos destinados a salud como inversión y no como gasto, como normalmente sucede, podría ser ya un buen inicio.
Las últimas estimaciones muestran que España destina cerca del 10% de su Producto Interior Bruto a Sanidad, incluyendo el sector privado. Excluyendo este último, el sistema público representa alrededor del 6,6% del PIB. Esta cifra representa cerca de 70.000 millones de euros, algo más de 1.400 por persona. Cuestión a considerar como fuente decisiva de financiación del gasto y la inversión sanitaria. Estos números destacan la importancia de esta cifra como una fuente clave para financiar gastos e inversiones sanitarias.
Diversos estudios realizados desde el siglo XIX por distintos economistas coinciden en demostrar que una población que goza de óptimas condiciones de salud se convierte en un motor fundamental para el crecimiento económico. Todos coinciden: invertir en salud supone beneficios económicos por la disminución de la morbilidad y mortalidad de la población, y concluyen que los programas de salud deberían estar integrados en el desarrollo económico general.
Podemos añadir que la investigación biomédica en España está alcanzando actualmente un desarrollo aceptable, sobre todo si se considera la modesta situación que existía en nuestro país hace 40 años. La innovación en Biomedicina vive un momento trascendental con el avance en la medicina de precisión a través de los tratamientos biológicos, las nuevas terapias génicas y celulares y el empleo de las nuevas tecnologías de información. Esto tiene grandes consecuencias no sólo en materia de salud, sino también económicas y sociales.
Durante mucho tiempo, se ha sostenido la creencia de que el rol principal del hospital es proporcionar una atención de calidad a los enfermos, que la docencia pertenecía únicamente a las Facultades de Medicina y que la investigación tenía que desarrollarse en centros especializados o universidades. Sin embargo, hoy en día observamos un crecimiento significativo de la investigación en hospitales, impulsado por un mayor conocimiento del método científico y la participación de jóvenes profesionales formados en centros de investigación extranjeros. La investigación hospitalaria no es un lujo, es una parte integral del compromiso con el bienestar y la excelencia en la atención médica.
En esta línea de trabajo, el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla desarrolla, bajo la dirección e impulso del doctor Pedro Prada, el Proyecto de Investigación y Docencia en Protonterapia, que recientemente hemos tenido la ocasión de conocer en la Cámara de Comercio de Cantabria. Como dejó claramente expuesto el Dr. Prada en su intervención, «los últimos avances en el campo de la Oncología Radioterápica para el tratamiento del cáncer, como es la Protonterapia, pueden revolucionar la especificidad de las terapias con mínima toxicidad para los tejidos sanos».
El presente en el campo investigador es prometedor, y aunque los esfuerzos y los logros obtenidos hasta ahora son alentadores, existe el riesgo de que resulten estériles si las administraciones y las empresas no dan un paso más decidido hacia adelante, apostando decididamente por la investigación biomédica. Todos tenemos el deber de impulsar la investigación médica para que la Economía de la Salud sea una herramienta eficaz y la salud pública sea mejor a largo plazo.
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