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El estudio presentado hace unos días, impulsado por las Fundaciones ONCE y AXA, refiere que el 20 % de los españoles que hoy declaran sentirse solos, son casi un 50 % más que quienes admitieron idéntica situación hace solo un año, cuando otra investigación equivalente, elaborada por ... el Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, reflejaba que los ciudadanos afectados por este mal social eran un 13,4 %.
Desde la Asociación Contra la Soledad en las personas mayores, aspiramos a transformar la sociedad mediante un proyecto a largo plazo: combatir la soledad y el aislamiento social porque son un factor de riesgo de enfermedades, mal envejecimiento y de mala calidad de vida en cualquier edad. Nuestro objetivo se integra en un envejecimiento activo y una vida saludable y longeva. ¿Qué es el envejecimiento, en qué consiste ese proceso en los humanos? Una de las principales causas del envejecimiento es la acumulación de daños en nuestro ADN. Es un proceso gradual que comienza cuando nacemos que no percibimos porque estamos creciendo y desarrollándonos. Luego, con el paso de los años, los síntomas se vuelven más obvios y cuando los órganos comienzan a fallar, el cuerpo no puede funcionar como un todo unificado y eso nos lleva a la muerte; es como una orquesta que toca de manera discordante progresivamente hasta que enmudece. Este proceso biológico y natural lo podemos acelerar o ralentizar, aquí está la clave.
En esta encrucijada de la vida, el envejecimiento activo se presenta como un faro de esperanza y un desafío colectivo. La responsabilidad de nuestros actos nos coloca en el centro de un tablero donde cada movimiento cuenta, y es en este juego de la vida donde debemos esquivar las conductas de riesgo que amenazan nuestro bienestar.
El tabaquismo, con su humo cargado de consecuencias, el sedentarismo, que ancla nuestro vigor en la inmovilidad, y la obesidad, que pesa sobre nuestra salud como una losa, son factores de riesgo bien conocidos que debemos combatir con determinación. Pero hay más sombras en este panorama: el consumo excesivo de alcohol, la mala alimentación y la exposición a ambientes contaminados también juegan en contra de un envejecimiento saludable.
Además, hay enemigos silenciosos que hasta ahora habían pasado desapercibidos y son descubiertos por estudios como los citados: se trata de la soledad no deseada y el aislamiento social. Estos dos espectros, aunque distintos, se entrelazan en una danza macabra que puede llevar al individuo a un estado de vulnerabilidad y desamparo. La soledad no deseada es el eco de un alma que busca conexión y amistad, mientras que el aislamiento social es el muro que separa al individuo de la comunidad. La falta de apoyo social es el tercer factor crítico, especialmente palpable en el paciente solitario, aquel que afronta sus batallas sin una mano amiga que le brinde consuelo y cuidados en la convalecencia. Estos vacíos de compañía, comprensión y cuidados pueden ser tan perjudiciales como cualquier adicción o hábito insalubre. Estas condiciones pueden provocar enfermedades evitables, cardiovasculares, ictus, diabetes, deterioro cognitivo, demencia, depresión, ansiedad y suicidio, incrementando la mortalidad y generando mayores costes sanitarios y de cuidados de larga duración de la dependencia, lo que resulta en una peor calidad de vida.
Frente a estos desafíos, la sociedad debe actuar. Es imperativo fomentar políticas de salud pública que promuevan estilos de vida activos y saludables, que incentiven la integración social y que proporcionen redes de cuidados y apoyo sólidas para aquellos en riesgo de exclusión. La colaboración entre instituciones, la formación continua de las personas cuidadoras y la promoción de un entorno favorable son claves para que cada individuo pueda escribir su historia de envejecimiento con letras de dignidad y plenitud. En Cantabria tenemos la fortuna de contar con una Dirección General contra la Soledad No Deseada en el Gobierno que está preparando una estrategia contra la soledad y con un Plan de Mayores en el Ayuntamiento de Santander que también ha puesto la soledad y el aislamiento social en el punto de mira.
En resumen, el envejecimiento activo es más que una meta, es un camino que recorremos juntos, donde cada paso cuenta y cada acción puede marcar la diferencia, porque el Gobierno no puede hacer esto él solo. Tomemos la responsabilidad colectiva de actuar hoy para asegurar un mañana más saludable y conectado. Y dado que las medidas son efectivas en cualquier etapa de la vida, cuanto antes comencemos mejor.
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