El transporte es vital para la economía de cualquier sociedad. En la Unión Europea el transporte representa una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero; sin embargo, dentro del sector transporte, el ferrocarril, representa una ínfima parte. En 2018 el ferrocarril representó sólo el 0,4% de las emisiones del sector transporte y en el consumo de energía demuestra su incuestionable eficiencia con apenas un 2% del total registrado en el sector de la UE, transportando un 12,6% de la mercancía de la UE y un 6,9% de pasajeros. Por tanto, es evidente que hablar de ferrocarril es hablar de transporte sostenible.
El ferrocarril es, además, un servicio público que debiera contribuir a la vertebración de la sociedad y a la promoción de la igualdad de oportunidades en una sociedad hipocarbónica y medioambientalmente sostenible. Sin embargo, la proporción de mercancías transportadas por ferrocarril en Europa y en España ha ido disminuyendo continuamente desde mediados de la década de 1990 y el tráfico de pasajeros se ha estancado.
En nuestra comunidad autónoma la situación del ferrocarril es totalmente desoladora. En el transporte de viajeros las líneas de cercanías se están abandonando poco a poco por falta de inversiones y las de media distancia o regionales, que nos relacionan con las comunidades más próximas, son propias del siglo XVIII.
En Cantabria hay líneas ferroviarias que tardan cinco horas en conectar Santander con Oviedo o tres horas en hacerlo entre Santander y Bilbao. Y en la comunicación con la capital de España, no deja de resultar vergonzosa la planificación, la escasez de horarios y de líneas. A día de hoy aún no hemos recuperado el Alvia que salía a las 14.00 horas de Santander hacia Madrid y que fue suspendido en marzo de 2020.
Cantabria, en clara desventaja con el resto de las comunidades autónomas del norte y con la meseta, ha vuelto a quedar fuera del Corredor Atlántico, que no sólo nos conectaría con Europa para el transporte de viajeros y de mercancías, sino que además fomentaría la inversión y la renovación de las infraestructuras ferroviarias. Esta decadencia del ferrocarril obedece a diversas causas: años de bonanza económica y el coche como elemento social de visualización del estatus; la falta de inversión de la Administración en los transportes públicos; una política autonómica errónea en cuento en cuanto a sus reivindicaciones en esta materia... A todo ello, se une que en el año 2005 España liberalizó el transporte de mercancías, argumentando que de esta manera se fomentará la competencia y se hará un mayor uso del transporte de mercancías por ferrocarril en detrimento de la carretera. Es evidente que no ha sido así, sino más bien todo lo contrario. Tan sólo el 5% de las mercancías transportadas en España lo hacen en ferrocarril. No contentos con esto, se inicia ahora la andadura de la liberalización del transporte de viajeros por ferrocarril. Veremos los resultados.
Pero esta privatización no conlleva sólo pérdida de eficiencia económica sino algo muchísimo peor, el perjuicio de la sociedad y de las personas más débiles de la misma. Los servicios públicos y en este caso el ferrocarril constituyen la garantía de la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos y ciudadanas por lo que si no se invierte en un ferrocarril público estaremos incrementando la desigualdad social de manera muy especial con las mujeres y la población joven, que son quienes más utilizan los servicios de cercanías de Cantabria.
Cantabria necesita una fuerte apuesta por el ferrocarril público como garante de la igualdad de oportunidades, como elemento vertebrador del territorio; un ferrocarril que tenga interoperabilidad con otros medios de transporte en todo el territorio de Cantabria, cosa que hoy por hoy no existe en zonas como Liébana, Cabuérniga o el Valle de Villaverde. Por eso, en el ámbito de las dos efemérides señaladas, desde UGT Cantabria seguiremos reivindicando el ferrocarril como referente del transporte público sostenible, básico para el cambio de modelo productivo y determinante para influir sobre el grado de cohesión económica, social y territorial de Cantabria; teniendo además otro interés específico en el ámbito laboral, contribuir a la reducción de accidentes in itínere que constituyen una importante lacra en nuestra sociedad.
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