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Es verano en La Magdalena. Si hemos de creer los vagos recuerdos de un testigo: a la sombra de los pinos, traídos desde El Pardo cuando se acondicionó la pelada península de La Cerda para el veraneo del joven rey Alfonso XIII, habla con rapidez ... un hombre moreno, delgado, treintañero pequeño, de facciones finas y regulares. El rumor del mar y el de las hojas de los árboles se buscan como las notas de la mano izquierda y la mano derecha en el piano de la naturaleza.
Un joven estudiante madrileño, Julián Marías, trata de seguir con sus anotaciones la velocidad del orador catedrático, a quien ha rogado previamente que no vaya tan deprisa. Sin mucho éxito. Otro buen mozo, barcelonés de pura cepa, Eduardo Nicol, participa de esta lección al aire libre, una de un programa de seis. Hay en el grupo una mujer de 22 años que sigue devotamente la exposición y aún más la figura del expositor: es Carmen, la hija de un exembajador español en Alemania, el filólogo Américo Castro. Allí en Germania ella, de madre guipuzcoana, había conocido a este profesor universitario, que no es otro que el sacerdote donostiarra Javier Zubiri Apalategui, quien había ido a estudiar con el gran existencialista Martin Heidegger. Grande entonces, algo menos grande ahora que ha tonteado con los nacionalsocialistas el año pasado, como rector de Friburgo y defensor del 'Führerprinzip' (de esto habla el exministro socialista Fernando de los Ríos en La Magdalena con preocupación). Carmen Castro y Javier Zubiri se han enamorado. Él pide a Roma la dispensa, que le llega a finales de ese mismo año, bajo condición de castidad. Una segunda solicitud le permitirá en 1935 contraer matrimonio canónico. Precisamente su futuro suegro ha dictado la lección inaugural de este verano santanderino.
También está presente el predilecto discípulo de José Ortega y Gasset en la universidad madrileña, el gijonés José Gaos. Ortega dirigió la tesis doctoral a Zubiri y este a Gaos, que en ese instante es el catedrático de Filosofía más joven de los 15 que ejercen en las facultades españolas (si no contamos las de Derecho, con otros tantos). En 1931 se ha afiliado al PSOE de la mano de Fernando de los Ríos, a quien se debe la materialización de la Universidad de Verano. Un socialismo humanista muy a destiempo, cuando el que se lleva es el revolucionario, que en cuestión de tres meses estalla en conspiración armada contra el Gobierno de la República. Gaos también dicta sus propias conferencias en La Magdalena, sobre la filosofía del siglo XX: defensa fiel del valor de Ortega en el panorama internacional.
Por la península santanderina donde se juntan pasados monárquicos y presentes republicanos deambulan también otros egregios. El jubilado Unamuno, el propio Ortega, Jacques Maritain, humanista francés, católico y demócrata; y el flamante Nobel de Física Erwin Schrödinger, un austriaco donjuanesco que imparte un seminario sobre mecánica ondulatoria, en un alemán que Zubiri se ocupa de traducir a la concurrencia que lo necesita.
En el resumen de este verano de 1934, que editó la UIMP hace ya dos décadas con introducción y notas de Benito Madariaga y Celia Valbuena, vemos seis conferencias de Dámaso Alonso sobre el estudio de la lengua y la literatura. Cuatro del gran historiador holandés Johan Huizinga sobre la historia como medio de conocimiento del ser humano. Ahí esboza las tres cosas que no debe ser la historia: ni sociología, ni literatura, ni prejuicio deliberado. La mecánica ondulatoria o estudio de ondas puede decirnos que el color de la rosa se debe a las longitudes de onda luminosa que rechaza. Nuestro aspecto se produce con lo que rechazamos, y así también quedaba definida la ciencia histórica con las características negadas. No diga usted cosas abstractas, no se ponga novelero, olvídese de simpatías y limítese a explicar causas y consecuencias. El gato que Schrödinger imaginará al año siguiente puede estar a la vez vivo y muerto dentro de la caja hasta que la abramos. Una historia o es una rosa o no vale.
El ingeniero de Caminos Alfonso Peña Boeuf, por quien llevará su nombre una década más tarde el santanderino Pasaje de Peña que une el centro y las nuevas estaciones ferroviarias, diserta sesudamente sobre las técnicas de construcción. María de Maeztu imparte dos conferencias sobre feminismo. Y el doctor Sánchez-Lucas, de la Casa de Salud Valdecilla, se explaya sobre anatomía patológica cardiovascular. El embajador Salvador de Madariaga trata de la Sociedad de Naciones y la paz. Se acercaban los tambores y ya no había espacio en la orquesta para los violines. Luis Recaséns Siches, otro docente treintañero, intelectual de la derecha liberal republicana de los Maura y Alcalá Zamora, habla sobre la unidad europea detenida en seco por la imposibilidad de integrar a la Alemania nazi (todavía hoy un estudiante consultará con aprovechamiento y créditos ECTS su erudito Tratado General de Sociología).
Este de 2020 va a ser un verano corto en la UIMP, por los efectos de coronavirus. En resistencia y retorno debiera volver a fijarse en estos valores fundacionales que acabamos de repasar dentro de un anecdotario de hace 86 años. En un 'prau' santanderino estaban en un momento dado reunidos casi todos los que hoy ocupan los capítulos de un manual de Filosofía Contemporánea española. La presencia internacional era muy destacada tanto en ciencias naturales como en las culturales o la medicina. Es importante que el/la titular del Ministerio vuelva a las fuentes magdalenienses: congregar la excelencia bajo un pino. Para Cantabria es vital dentro de una línea estratégica de su desarrollo como región de conocimiento.
¿De qué hablaba Zubiri al viento del norte? De muchas cosas y muy rápido, pero quedémonos con esta frase: «No es en la muerte, sino en el nacimiento donde el hombre se encuentra. Se muere en radical soledad y se nace en radical compañía». Según la referencia, la disertación fue «premiada con fervorosos aplausos del auditorio». Sí, una universidad de fervorosos aplausos. Era la idea.
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