Secciones
Servicios
Destacamos
En 2018, Esles de Cayón obtuvo el premio 'Pueblo de Cantabria'. El jurado apreció: «que la candidatura de Esles es la merecedora de esta edición..., por mantener la plena armonía con su entorno y la implicación de sus vecinos en este objetivo».
Confiamos en que ... este interés de nuestro Gobierno por la preservación de «la plena armonía de nuestro entorno» impida que se ampare en una supuesta necesidad de autosuficiencia energética sostenible para conceder un permiso que arruine esos mismos valores. Pongo el ejemplo de Esles porque allí se podría hacer más patente la contradicción, pero esto puede ocurrir en otros muchos lugares, porque está pendiente de aprobación una catarata de polígonos eólicos que arruinarían buena parte de nuestros paisajes. Paisajes que tanto han alabado en el pasado como exponente máximo de nuestra herencia «infinita».
España tiene regiones y comarcas con vocaciones muy variadas. ¿Por qué entonces hemos de tener todas de todo, como si fuésemos pequeños países? Que cada una se especialice en lo que hace bien y compartamos entre todos esos recursos diversos. Nuestra cordillera atesora una biodiversidad única en Europa por encontrarse en el límite de dos zonas climáticas, la atlántica y la mediterránea, más el de la alta montaña. Su paisaje es ya un recurso económico muy importante y lo será aún más pues, debido a la pandemia, el turismo de masas está en declive y muchos turistas han descubierto lugares apartados que antes ni consideraban. En este aspecto, Cantabria tiene grandes posibilidades.
Cuatrocientas cincuenta y seis cabañas pasiegas se verían afectadas por los molinos sólo del polígono de Amaranta. De ellas, unas trescientas ochenta van a soportar, además, un nivel de ruido superior a 35 decibelios (dB). Todas estas cabañas, consideradas de alto valor por nuestro Gobierno hasta el punto de permitir su cambio de uso a vivienda con el loable propósito de evitar su ruina, quedarían condenadas. Porque, ¿quién va a invertir en su restauración? ¿Qué turista va a querer alojarse en una cabaña en donde se oye el zumbido constante de los molinos que enmascara los sonidos de la naturaleza? ¿Quién querrá recorrer ese paisaje «relevante» presidido por gigantes en perpetuo movimiento?
Cantabria es especialmente vulnerable por su densidad de núcleos de población y porque los molinos apabullarán a sus habitantes desde las cimas de las montañas que rodean nuestros valles. Otras regiones no quieren estas instalaciones para no comprometer su turismo cuando, dependen de él mucho menos que Cantabria, y sí de la industria que necesita de energía. ¿Habremos de ser entonces los parias productores de energías renovables a costa de nuestra calidad de vida y de nuestro futuro para que otras regiones puedan desarrollar su industria y al mismo tiempo no poner en peligro su turismo?
Según un estudio del Departamento de Geografía de la Universidad Rovira i Virgili, los parques eólicos instalados en Cataluña en el período 2010-2018 han creado un puesto de trabajo por cada cinco molinos en las comarcas donde se han instalado, y sus municipios representan el 80 % de los que han perdido población.
Sólo hay una forma de combatir el despoblamiento: poner las bases para que los habitantes tengan un trabajo digno o puedan mantener una actividad económica que les permita prosperar. Y si se trata de subvencionar de por vida a una población a cambio de arrebatarles posibilidades de emprender con la herencia de sus mayores, y por sí mismos, un negocio propio, yo creo que al pasiego, al cántabro en general, no le va a convenir el trueque, dado su carácter industrioso e independiente.
Y la prueba de ello es la fuerte oposición que están encontrando estos proyectos en toda Cantabria. Repartir por las montañas unas instalaciones que comprometen el futuro de toda una región a cambio de unas migajas, y hacerlo además sobre los terrenos de los mismos perjudicados, es casi una burla.
Los cántabros que mejor han conocido y amado nuestro patrimonio: Echegaray, García Guinea, Casado Soto, Peridis, González de Riancho, García Codrón, Cendrero, etc. se opusieron y se oponen a esta siembra de molinos por las crestas de nuestras montañas. ¿Quiénes han de ser entonces nuestros guías para formarnos una opinión? ¿Estas personas conocedoras y amantes de nuestro paisaje, o quienes sólo ven en él un recurso a explotar en beneficio de fondos de inversión ajenos y por lo tanto indiferentes a esos valores?
¡Cántabros! ¡No vendáis vuestro futuro, vuestra independencia! No vendáis vuestro paisaje! O más bien, no los regaléis, pues a cambio de ellos no recibiréis ni un plato de lentejas. Y si por teneros de su lado os ofrecen ayudas, subvenciones, regalos..., ¿vais a cambiar vuestra libertad para crear riqueza con vuestro patrimonio cultural y natural y con vuestra iniciativa personal y vuestro esfuerzo por unas migajas del pastel eólico?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.