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¿Finitos o infinitos?

Miércoles, 25 de agosto 2021, 07:10

Mantienen algunos que la infinitud de Cantabria puede llegar a ser finita. Si no conservamos lo más parecido a como eran la naturaleza, la arquitectura, el paisaje y el paisanaje; si rompemos la difícil armonía entre la tradición y el crecimiento equilibrado -sostenido, se dice ... ahora-, podemos finiquitar lo infinito. Ya hemos transformado mucho de forma desmedida. La franja costera regional se ha degradado con construcciones que han roto el aspecto característico de nuestras viviendas y han creado fronteras en los caminos de servidumbre. Casas de cristal y hormigón, cerradas, si no con cuatro llaves, con setos impenetrables que abonan el anonimato y facilitan la desconfianza. Se ha superado el refrán de «a donde fueres, haz lo que vieres», para llegar al «donde pago, cago». Cualquiera lo puede comprobar si pasea por nuestro vulnerado litoral, invadido de estructuras con elementos ajenos a nuestra idiosincrasia constructiva. Complejos urbanísticos que vigilan a distancia esas empresas -a modo de gran hermano- que viven de meter el miedo en el cuerpo a sus dueños de fin de semana, ante posibles robos u ocupaciones indeseadas. Cámaras que logran que cualquier paseante se sienta incómodo, por sospechoso, cuando ronda por esos lugares hurtados al albedrío peatonal.

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