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La fiscal (una serie)

El instinto matador de Sánchez ha asestado un golpe venenoso a Iglesias y a la imagen de la Justicia

Lunes, 20 de enero 2020, 08:19

La elección de Dolores Delgado como próxima fiscal general de Estado tiene que ver con el núcleo de los problemas que le esperan a Pedro Sánchez para lograr llegar al final de esos 1.460 días que tiene la legislatura completa. Su gobierno debe la ... investidura y su estabilidad al apoyo del movimiento secesionista de Cataluña. Pero el permanente desafío a la legalidad de los sediciosos y sus compañeros de viaje pondrán al Gobierno ante constantes disyuntivas sobre hacer cumplir la ley o retorcerla para evitar que sus apoyos le dejen en la estacada. A tal fin necesitaba dotarse de un potente tentáculo de confianza en el poder judicial. Y Dolores Delgado cumple a la perfección ese perfil. Esa es la idoneidad que buscaba Sánchez, no la apariencia de independencia. Además, el instinto matador de Sánchez sabía que con ese nombramiento asestaba un golpe venenoso a su vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. Al obligarle a secundar y compartir el nombramiento de una ministra a la que el líder de Podemos había descalificado para la política por sus relaciones con «las cloacas del poder», le ha alineado en su bando de político que hace lo contrario de lo que dice. Y dinamita toda la teología del movimiento que decía llegar a la política para regenerar la democracia. Le ha hecho cómplice de todas las maniobras que en adelante fabrique la Fiscalía General de Estado y en última instancia, de lo que en otro momento el propio Iglesias no habría dudado en calificar como las «cloacas judiciales».

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