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Para todos los que tuvimos la suerte de conocerle, Fito era Alfredo Trueba.
Cuando uno supera con creces los 70 años, es raro el mes en el que no te comunican el fallecimiento de alguien que ha compartido contigo más de media vida. Hace poco ... más de 30 días escribía otra necrológica dedicada a Rafa (Rafael de la Sierra). Fito no tenía la misma notoriedad pública, pero ha sido otra una pieza indispensable en mi vida, y en la tarea de hacer del Partido Regionalista de Cantabria lo que es hoy.
Nos conocimos en Bilbao, cuando yo estaba acabando la carrera de Económicas y él llegaba para empezarla. Convivimos dos años, en esa edad de los 18 a los 23 en la que se fraguan las grandes amistades que en este caso ha perdurado toda la vida. Fito desarrolló su vida laboral como funcionario en el Ayuntamiento de Santander. Allí trabajó hasta su jubilación.
En 1978 me pidió la incorporación al Partido Regionalista que yo acababa de fundar. Desde ese día, siempre ha pertenecido al Comité Ejecutivo. Su única condición fue no ostentar ningún cargo público retribuido. Ni concejal, ni alcalde, ni diputado, ni consejero, algo verdaderamente inusual en la vida política.
Sin embargo, ha trabajado mucho y muy duro para contribuir a que el PRC esté donde está. Desde su ingreso, ha desempeñado uno de los cargos más importantes y que más discreción y buen hacer exigen en cualquier organización política: tesorero.
Riguroso, honesto, escrupuloso hasta el extremo, bajo su dirección el PRC no ha recibido jamás un reproche a la hora de rendir cuentas de su gestión económica.
Los dirigentes de los partidos políticos suelen ser personas conocidas, con gran presencia en el candelero público y en los medios de comunicación. No fue su caso. Es difícil incluso encontrar una fotografía en la que aparezca. Pero sin embargo era un hombre fundamental en la organización. Uno de esos apoyos que te permiten estar tranquilo y dormir sin preocupaciones, sabiendo que las cuentas están siempre como tienen que estar.
Fito ha sido un hombre extraordinario. Una persona buena, de gran preparación, juicioso, discreto y de una lealtad con mayúsculas a sus principios regionalistas, incansable en la defensa de Cantabria y de una afinidad absoluta a mi persona. Todos los regionalistas le recordaremos siempre con gratitud por todo el trabajo dedicado al partido y por el afecto que supo ganarse en la gran familia regionalista. Estaremos siempre junto a su esposa, Charo, otra amiga entrañable, y sus tres hijos.
Yo, que he compartido con él 50 años de mi vida, me quedo con un vacío irremplazable y el dolor, profundo e irreparable, que provoca la pérdida de alguien a quien quieres.
¡Hasta siempre Fito!
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