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Me sigue pareciendo un milagro, un portento que se repite cada vez que el Racing viaja a Miranda de Ebro. Que a estas alturas, tal y como está el equipo, más de quinientos aficionados hayan decidido encomendar su sábado a la fe ciega hacia unos ... colores resulta conmovedor. Haber ganado dos partidos en la mitad de la liga no parece un obstáculo que vaya a minar la moral de una hinchada inquebrantable, que sabe no sólo lo que significa atravesar por una circunstancia similar, sino salir vivo de ella. Acabamos de estrenar el año y tenemos pendiente la visita de los Reyes Magos, así que si hay un momento para creer, probablemente este sea el ideal.
A pesar de tan paupérrimo bagaje, el equipo se mantiene vivo en la clasificación, con sus rivales a una distancia más que razonable y con toda la mitad del campeonato por delante. En condiciones normales, la situación, aun siendo delicada, no sería ni mucho menos definitiva.
Ofrece aún menos garantías la radiografía general del Racing como entidad. Es curioso. Durante años el club se acostumbró a vivir en la incertidumbre económica, a no saber qué esperaba detrás de un concurso de acreedores, del saqueo continuo al que fue sometido en su época más oscura o a la impericia, los desacuerdos y la lucha de egos que resultaron del momento en que los exjugadores arribaron al control de la entidad. Todos creíamos que los problemas se solucionarían en el momento en que la estabilidad de las cuentas ofrecieran la calma necesaria al resto de parcelas. Y todos, o casi todos, nos equivocamos. Sencillamente, porque si el Racing -Dios no lo quiera- termina descendiendo, no se atisba proyecto de club alguno.
La cantera, el único asidero que tradicionalmente ha ofrecido sustento económico y soluciones deportivas, parece más abandonada que nunca. Me sigue resultando inconcebible que el filial fuera desterrado para ser sometido al olvido general y que el resto de categorías inferiores ofrezcan una sensación de abandono desconocida a lo largo de más de cien años. Todos sabemos que el talento no es uniforme en las diferentes generaciones y que crece a su antojo, que la cantera no es una flor a la que echas agua y crece. Lo que es seguro es que si no riegas en su momento y trabajas con seriedad, esa flor se acabará muriendo. Y la flor que con tanto vigor ha crecido tradicionalmente en las instalaciones Nando Yosu ofrece una imagen preocupantemente seca y marchita, a lo que no se riega por escasez de agua, sino de interés, que es lo más inquietante. Estaremos atentos.
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