Primer año de gobierno del PP: balance decepcionante

El gobierno presidido por María José Sáenz de Buruaga ha tomado medidas prudentes, en una buena dirección, pero no ha abordado con decisión los problemas de fondo de la región. No se han marcado objetivos ambiciosos y se sigue con la rutina de una acción de gobierno carente de audacia para abordar cuestiones enquistadas por las acciones de ejecutivos anteriores. Nuestra autonomía precisa de un revulsivo que invierta la tendencia y no se limite a poner punto final a un proceso de pérdida de peso político, económico y demográfico, sino que abra la senda del crecimiento.

En estos ya más de doce meses, se ha llevado a cabo una tímida reducción de impuestos. Esta rebaja fiscal marca la buena dirección, ya que la ventana de oportunidad que supone la escasa capacidad de decisión sobre los impuestos, es una herramienta adecuada, porque deja en los bolsillos de las personas más dinero para consumir y alivia, parcialmente, el daño de la inflación. También puede atraer inversiones y, especialmente, el empadronamiento de personas que ya tienen vivienda en la región y pueden tributar aquí, si encuentran una mejora en sus cargas fiscales. Pero lo aprobado es claramente insuficiente.

El nuevo gobierno no ha abordado una reestructuración de la desmesurada plantilla de funcionarios y empleados públicos. La Consejería de Sanidad puso en marcha un plan que reduce las listas de espera, uno de los logros del nuevo equipo, pero no ha cerrado un acuerdo para aprovechar la colaboración con la sanidad privada. Tampoco se buscan soluciones al problema endémico de falta de médicos. Se mantienen proyectos que costarán millones de euros (protonterapia, demolición del edificio de la residencia, remodelación de la estación de esquí de Alto Campoo, teleférico en los valles pasiegos…) cuando lo que se precisa es reforzar la atención primaria.

La carencia de viviendas es una evidencia que agobia especialmente a los jóvenes. No se ha activado un plan ambicioso para construir miles de pisos de promoción pública destinados a alquileres, ni se ha liberalizado suelo que facilite a la iniciativa privada levantar nuevas urbanizaciones.

En la misma línea de suaves modificaciones se ha procedido en otros sectores. En esta evaluación de un año de gestión se comprueba la lentitud determinadas decisiones y la escasa profundidad de los cambios. Desgranar las actuaciones en los diferentes sectores no tiene cabida en este breve análisis, pero tanto en el terreno industrial, como en el agrícola, ganadero, turístico, educacional, etc. se percibe el mismo esquema: pocos cambios y en algunos sectores, ninguno. No se ha activado ningún plan de fomento de la natalidad y la situación demográfica de la región es alarmante. Lo mismo sucede con la marcha de los jóvenes recién graduados que al carecer de empleo en Cantabria, marchan en busca de su futuro.

Posiblemente esta forma de actuar sería adecuada en otro contexto, pero cuando Cantabria padece un abandono de décadas se precisan medidas en profundidad y adoptadas con mayor rapidez.

Respecto a la relación con el Gobierno de España, el que tiene en su mano abordar las infraestructuras esenciales apenas si ha habido cambios. Se sigue rindiendo pleitesía a los ministros que vienen con las manos vacías y en las pocas negociaciones activas no se percibe ninguna modificación de rumbo. Es más, algunos consejeros han elogiado a empresas que no prestan atención a las necesidades de los cántabros o se muestran resignados por inminentes recortes en la financiación autonómica.

El impacto causado por años y años de abandono pesan ahora como una losa sobre nuestra comunidad y para recuperar el tiempo perdido es obligado crecer a mayor velocidad que la media española. Por desgracia es no sucede, sino que incluso se sigue perdiendo peso respecto del conjunto de la nación.

El nuevo gobierno había despertado grandes esperanzas y quizás por el depósito de tantas ilusiones lo visto en este año largo de gobierno del PP produce una cierta decepción. Restan algo menos de tres años para las elecciones, por esa razón es preciso que el ejecutivo actúe con mayor energía y revise a fondo la partida de gastos e inversiones. Es necesario más dinero para ejecutar proyectos, pero también lo es reducir costes y hacer más con menos.

Firman este artículo los siguientes socios de Foramontanos Siglo XXI: Ramiro Bedia; Carmen Carrión; Daniel Casanova; Carlos Casanueva; Lucía Casanueva; Manuel Ángel Castañeda; Francisco Díez; Javier Domenech; Antonio Eraso; Carlos Fernández-Lerga; Alberto Fernández De La Pradilla; Mercedes Ortega; Juan Manuel Pérez De Guzmán; Ramón Pérez-Maura; Gervasio Portilla; Rafael Puyol; Julio Rama; Pedro Rivero; Eduardo Rodríguez-Rovira; Carlos J Rodríguez; Ignacio Rosales; Carmen Sáiz- Ipiña; Javier Santacruz; Marisol Ugarte; Juan Ramón Vega; Eduardo Zúñiga.