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En una ocasión leí una entrevista que le hacían a un experto en inversiones inmobiliarias en la que le preguntaban qué debía tenerse en cuenta a la hora de adquirir una propiedad inmobiliaria, a lo que el interpelado contestó que, de acuerdo a su experiencia ... en el sector, tres eran las condiciones a considerar a la hora de tomar una decisión al respecto. ¿Y cuales son éstas?, preguntó con curiosidad el periodista. Pues mire, la primera, y fundamental, es la situación del inmueble. Ah, interesante, ¿y la segunda?, continuó el periodista. La segunda, y tan importante como la primera, contestó el interrogado, es la situación de la propiedad que queremos comprar. Sorprendido por tal respuesta, idéntica a la anterior, la pregunta siguiente surgió de inmediato, ¿y la tercera condición? La tercera, y no menos importante que las dos anteriores, dijo el experto, es la situación en la que se ubica el bien. Y remachó con un: situación, situación y situación.
Si alguien me preguntase qué propondría para conseguir el máximo desarrollo económico y social de nuestra comunidad, también yo, siguiendo el ejemplo anterior, fijaría tres medidas fundamentales. La primera de ellas sería, por supuesto, formación. La segunda, y tan importante como la anterior, también sería formación. Y la tercera, y desde luego en idéntica importancia a las dos anteriores, no tengo duda alguna que también diría, formación. Es decir, formación, formación y formación.
Y es que Cantabria podrá mejorar económicamente más o menos, podrá conseguir unas infraestructuras importantes y hasta llegar a un nivel en todos los órdenes homologable con otras comunidades similares, pero desde luego no conseguirá alcanzar el nivel de excelencia que solo, a mi juicio, con la aplicación de las tres condiciones anteriormente expuestas podría obtener.
Conseguir ese nivel exige establecer una formación de máxima calidad para todos sus habitantes, nazcan donde nazcan y vivan donde vivan, que permita a éstos acceder a todos los niveles educativos, hasta alcanzar, si valen y quieren, los máximos niveles universitarios.
Una formación básica exigente y de alto nivel, en la que nada se regale -y ello conlleva esfuerzo y dedicación por parte del alumno- pues de nada vale un título si éste no va acompañado por los pertinentes conocimientos.
Una formación que establezca el inglés como segunda lengua desde la guardería para que cuando el alumno termine sus estudios básicos hable y escriba éste al igual que el español y quienes accedan a la universidad dominen un tercer idioma.
Una formación profesional, en colaboración con las empresas en las que hagan las correspondientes prácticas, que permita el ejercicio efectivo de la actividad laboral elegida y su progreso en ella hasta acceder, si así lo desea, a los máximos niveles de la misma. Y, por supuesto, una formación universitaria del máximo nivel y exigencia, al estilo de las mejores universidades del mundo, lo que sería garantía para sus titulados de prestigio y buen empleo.
En definitiva, una formación, en todos los niveles, cuyo objetivo fundamental sea dotar a los alumnos de las aptitudes profesionales y sociales que les permita su integración laboral y desarrollo personal en un mundo cada vez más competitivo y global.
Conseguir un nivel de excelencia en el ámbito de la educación es tarea de todos, lo que exige, en primer lugar, un acuerdo de todas las fuerzas políticas de nuestra comunidad, en el que éstas pongan, sin reserva ni intereses partidistas, toda su voluntad al servicio del objetivo perseguido. Ello aconseja un acuerdo perdurable en el tiempo y contar con una financiación estable y suficiente.
Naturalmente, tan importante tarea no corresponde solo a los políticos, con ser su participación fundamental, sino que en ella debemos involucrarnos plenamente la totalidad de la sociedad cántabra y muy particularmente las empresas y los centros escolares, las universidades y, sin duda alguna, los profesores de todos y cada uno de los niveles educativos, a los cuales, como agentes fundamentales que son, debemos darles la estabilidad laboral y el reconocimiento económico y social que tarea tan importante merece.
Por supuesto que en un proyecto de esta naturaleza los centros de investigación, desarrollo e innovación deben ocupar un lugar preeminente, para que no solo los mejores alumnos de nuestra comunidad puedan quedarse a trabajar en ellos sino también para traer a otros de fuera que, por su valía, sea de interés contar con ellos, para lo que es fundamental que quienes se integren en los mismos puedan tener el desarrollo profesional, la posibilidad de intercambio con centros similares y el nivel retributivo que a tan alta competencia corresponde, pues no solo de palmadas y reconocimientos honoríficos viven los investigadores.
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