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El horizonte es como la utopía, decía Eduardo Galeano; ambos sirven para que no dejemos de caminar. Es fundamental que la educación de Cantabria camine y esté en continua renovación y mejora. Dejar de impulsarla es abandonarla a la fuerza de la inercia que permanentemente ... se opone a su avance, la deteriora y la hace retroceder. No deberíamos permitirnos dar pasos atrás.
Para avanzar, la educación necesita un proyecto sólido que le marque un horizonte hacia el que caminar y que la guíe hacia él. El Acuerdo por la Educación en Cantabria es ese proyecto. Como ya hemos expuesto en otras ocasiones, un instrumento poderoso, que contiene numerosos e importantes elementos para avanzar hacia el horizonte.
Entre esos elementos está el modelo de calendario escolar que se implantó en nuestra región en el curso 2016-17. El valor que entraña va mucho más allá de simplemente decidir cuándo se empieza y acaba el curso escolar, cuántos días de descanso se establecen y cómo se distribuyen a lo largo del mismo.
Cuando en Cantabria se decidió cambiar el modelo de calendario escolar, se hizo fundamentándose en el valor que el tiempo tiene en educación. El tiempo entraña un gran valor socioeducativo, un enorme potencial para acompasar y armonizar educación y sociedad, dice José A. Caride. Una buena organización, administración y gestión del tiempo escolar pueden convertirse en una excelente oportunidad para transformar y renovar la educación.
El Consejo Escolar de Cantabria puso de manifiesto las cuestiones esenciales que entraña este modelo en el informe sobre el calendario escolar, elaborado en 2017 a través de numerosas audiencias a todos los sectores de la comunidad educativa. Un informe que tiene más valor aún por haber sido consensuado por la unanimidad de todo el Consejo.
Ninguna evaluación, amplia y rigurosa como aquella, se ha vuelto a llevar a cabo a lo largo de los últimos seis años de implantación. Por ello, tiene absoluta vigencia y es una buena hoja de ruta para todos. Aquel informe avalaba el modelo de calendario escolar, pero marcaba numerosos aspectos que deberían cuidarse, implementarse y desarrollarse. Entre otros, las mejoras que deben impulsarse en los procesos de enseñanza y aprendizaje y todo lo que conllevan; la convivencia escolar; los cambios de tipo organizativo, metodológico y de funcionamiento; o las necesidades derivadas de la conciliación familiar.
De todo ello queremos destacar, por un lado, que la nueva concepción de los tiempos escolares del calendario exige impulsar cambios «metodológicos, didácticos y de organización de agrupamientos, espacios y tipos de tareas, que conduzcan a modelos pedagógicos menos lineales en la manera de abordar el currículum, con más protagonismo del trabajo colaborativo y de propuestas más creativas y menos rutinarias». Para ello deben fomentarse procesos de reflexión y formación, innovación y cambio para el profesorado en los propios centros educativos, en las condiciones adecuadas. Procesos «orientados a la transformación de aquellas prácticas docentes que no fueran respetuosas con el derecho del alumnado a una salud y bienestar físico y emocional, y no fueran coherentes con la calidad del aprendizaje del alumnado».
Así, pues, tienen que producirse cambios importantes en la forma de enseñar y de evaluar. Cambios que contribuyan a un aprendizaje y formación de mayor calidad a la vez que liberan al alumnado, por ejemplo, de preparar exámenes o realizar tareas y deberes durante los periodos de descanso, para que estos realmente contribuyan a la salud y bienestar físico y emocional del alumnado.
Por otro lado, se requiere atender las necesidades derivadas de la conciliación familiar de manera específica en los periodos de descanso. Una conciliación que no solo es responsabilidad de la escuela. Lo es también del conjunto de la sociedad y del tejido productivo, que deben asumir igualmente un papel relevante. Se deben establecer vínculos entre los centros educativos y el entorno sociocomunitario, y tiene que haber implicación y coordinación de diferentes instancias en una oferta formativa informal y de ocio para niños y jóvenes.
En primer lugar, la propia administración educativa debe poner al servicio de las familias, especialmente de aquellas que se mueven en los entornos más vulnerables, todos los recursos de que dispone, en los periodos de descanso, a través de un plan para potenciar un ocio diferente, más creativo y recreativo, cultural y deportivo. Un ocio que ofrezca al alumnado la posibilidad de realizar actividades diversas fuera de los centros educativos; por ejemplo, a través de la red de museos, albergues, centros culturales y bibliotecas del Gobierno Regional, con proyectos de actividades específicos para cada caso.
En segundo lugar, la propia administración educativa debe liderar la colaboración con la Federación de Municipios de Cantabria para que cada ayuntamiento pueda poner al servicio de las familias y alumnado de su municipio un plan de actividades diversas; así como facilitarse la apertura de algún centro educativo del municipio que ofrezca, junto a todo lo anterior, el servicio de comedor.
Si conseguimos impulsar y desarrollar los aspectos expuestos, podría haber un avance importante de calidad, equidad e inclusión. Ahora bien, no cabe duda de que, si la nueva administración educativa valora la consolidación del modelo de calendario que tenemos, debe liderar e impulsar todo este proceso. Urge que lo haga porque, durante los últimos 6 cursos escolares, ha estado dando tumbos, desgastándose en fuegos artificiales, dando la impresión de que quienes tenían la responsabilidad máxima de impulsarlo no creían en ello.
Animamos a los nuevos responsables de la Consejería de Educación a que sean valientes, recobren el liderazgo y la iniciativa que pusieron de manifiesto quienes implantaron el modelo de calendario y lo impulsaron durante su primer año con numerosas iniciativas como las aludidas. Cantabria necesita que el modelo de calendario escolar se desarrolle con vigor y pueda ser realmente una herramienta adecuada y poderosa para hacer avanzar la educación hacia el horizonte que todos deseamos.
Jesús Barriuso, Juan A. Sánchez, Roberto González, Ramón Ruiz, Yolanda Valle, Manuel Ceballos, Marta Domingo, Ángel Llano, Fernando Pérez, Conchi Sánchez y Zara Ursuguía.
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