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En las elecciones municipales francesas de 2020 se produjo una 'oleada verde' que llevó a los ecologistas a la alcaldía de algunas grandes ciudades del país. Un menú escolar sin carne para las escuelas de Lyon, vigente desde el 22 de febrero ... pasado, está creando controversia en Francia. Se enfrentan ecologistas -lo es el alcalde, del partido EELV, Europe Ecologie Les Verts- y parte del Gobierno, crítico con la medida por ser perjudicial para la ganadería; ministros y parlamentarios expresan sus opiniones en las redes sociales, y afloran diferentes corrientes. Un desacuerdo más de los muchos habidos en un gobierno en el que chocan ministros de derechas e izquierdas. Pero los primeros en manifestarse contra la decisión municipal fueron los ganaderos, a los que apoyan sus organizaciones profesionales (Federation Nationale des Syndicats d'Exploitants Agricoles, Fnsea, y Jeunes Agriculteurs). También protestaron carniceros, charcuteros y catering, amparados por su organización, la Confederation Française de la Boucherie, Charcuterie et Traiteurs (CFBCT).
El menú sin carne, único, con verduras y pescado, iniciativa del alcalde de Lyon, según él, es más sostenible y contribuye a combatir la pandemia en los centros educativos, pues evita concentraciones en los comedores escolares al elegir los platos. La medida se incluye en el marco de una actualización sobre las medidas de salud en las escuelas por el covid-19. La decisión municipal argumenta que se emplea menos tiempo en los comedores cuando se da una sola opción de comida y que al no haber carne se adapta mejor a las necesidades de los alumnos (algunos no la comen por razones religiosas). Establecer un menú único sin carne permite atender a los alumnos con mayor rapidez y hacer las comidas más fluidas.
Aunque la medida sea temporal, hasta abril, los ministros del Interior, de Agricultura y de Cuentas Públicas lo censuraron como un insulto para los ganaderos y carniceros y una medida política de los Verdes, elitista y moralista, para inculcar su ideología, orillando a las clases populares (muchos niños comen carne solo en los comedores escolares); el tercero ha dicho que la medida es antisocial y doctrinaria. El primero demandaba que se diera a los niños «simplemente lo que necesitan para crecer bien», y ahí está la carne. El propio alcalde ha puntualizado que no se ha previsto eliminar del todo la carne del menú, que se volverá a incluir, pero con un planteamiento más ecologista, en concreto, menor cantidad, más calidad y de ganaderos del entorno.
Los menús sin carne han acabado por crear roces en el Gobierno, por más que lo negara el ministro de Agricultura. La ministra de Medio Ambiente (de otro pequeño partido ecologista, creado en mayo de 2020, afín al mayoritario La Republique en marche), salió en contra de sus colegas, replicando que los niños menores de diez años «comen más carne que lo previsto por las recomendaciones nutricionales». Lamenta la utilización de tópicos viejos del estilo «la comida vegetariana sería una dieta desequilibrada». Ha presentado el proyecto de ley del Clima y Resiliencia a la Asamblea Nacional, que prevé experimentar un menú diario sin carne para evitar la huella ecológica ganadera. Pero hay muchos alcaldes franceses no tan convencidos de la medida; alguno ya pide a los diputados de la comisión que examina el referido proyecto que se rechace la norma que establece el menú vegetariano diario, por juzgarlo «contrario a toda lógica». También se alude a que el experimento de la comida semanal prevista por la ley EGAlim aún no ha sido evaluado. Esta ley, de uno de noviembre de 2018, adoptó entre otras medidas una sobre los menús de los comedores escolares. Desde noviembre de 2019 los comedores de infantil, primaria y secundaria están obligados a servir al menos un día a la semana un menú vegetariano, sin carne ni pescado, pero con huevos, lácteos y proteínas vegetales. El mandato, propuesto por la Asamblea Nacional en una enmienda al texto gubernamental, rige dos años con carácter experimental; su objetivo es diversificar las fuentes de proteína, apoyar el empleo de productos insuficientemente consumidos en Francia, como las legumbres. Además del objetivo de la salud, se pretenden evaluar los efectos sobre el desperdicio y el coste de las comidas, pues las vegetarianas se desperdician menos (carne y pescado suponen 50% del coste del desperdicio alimentario total) y resultan más baratas. El ahorro obtenido podría dedicarse a comprar productos de calidad. La ley EGAlim impulsa también consumir productos locales, ecológicos y de indicaciones de calidad en los comedores escolares. En España tenemos en el Congreso, ya en discusión, la ley del Cambio Climático y Transición Energética. Convendría estar atentos por si contuviera algo semejante a la ley francesa. No olvidemos, como ya hemos comentado aquí, que existe una ofensiva en toda regla contra la carne, en particular sobre la carne de vacuno, justificándolo como ya sabemos.
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