Ser mayor es heroico

Es habitual escuchar a una persona mayor que anuncia con alegría que 'se siente joven', una expresión que implica la idea de que hay una manera de sentirse según la edad y de que si se tiene ilusión, ganas de hacer cosas, proyectos por realizar o simplemente ganas de vivir, entonces no puedes sentirte mayor. Y no digamos la cantidad de frases prejuiciosas que circulan por todas partes como las que destacan que 'ya no tienes edad para…' –vestirte así, tener deseos sexuales, viajar sola, etcétera–, o las frases que desprecian el hecho mismo de envejecer como 'se envejece cuando se deja de aprender'.

Este 1 de octubre, como cada año desde 1990, se celebra el Día Internacional de las Personas Mayores y suele pasar entre noticias anecdóticas o reportajes que hablan del 'invierno demográfico' o de la 'soledad no deseada', el nuevo mantra asociado a las personas mayores. Una de las paradojas de la vejez es que, además, la consideración de alguien como persona mayor es arbitraria. La clasificación depende del país, de la cultura y de la lógica productivista de la sociedad. ¿Cuándo somos mayores? ¿A los 60? ¿A los 67, la nueva edad de jubilación? ¿A los 75? En este momento, la sumatoria de corte de la mayoría de instituciones en España es la de 65 años y esa parece ser la edad que nos condena a ser viejos y, por lo tanto, a cumplir con una serie de parámetros: achaques, manías, problemas físicos, pérdida de memoria, abuelitis crónica, etcétera. En lugar de celebrar los años y el triunfo de la longevidad, entramos en la barrena de la vejez y, con ella, en las profecías autocumplidas. O, en el extremo contrario, en una híperactividad que nos haga 'parecer' lo que no somos: jóvenes.

Por eso consideramos que es heroico ser una persona mayor en una sociedad edadista, que suma a la discriminación por edad otras capas de estigmatización, como el sexismo que afecta a las mujeres mayores y que las empuja a tener que esconder la edad o gastar ingentes cantidades de tiempo y de dinero en camuflar y negar sus cuerpos.

En el Día Internacional de las Personas Mayores desde Unate y la Fundación PEM creemos que si dejamos de reducir el fenómeno del envejecimiento a un hecho esencialmente cronológico y biológico, y lo situamos como un hecho personal, social y político, ser mayor puede significar muchas cosas. Mucho dependerá de cuestiones individuales y personales, de los patrones y roles de género, de la visión que tenga la sociedad acerca del envejecimiento y la vejez, y de la relevancia que tengan estos fenómenos en la agenda de las políticas públicas.

Por todo ello, defendemos que las personas mayores son diversas y heterogéneas. Ser mayores no las hace vulnerables y frágiles, pero sí pueden vivir en sociedades, entornos y condiciones que impactan en sus vidas generando situaciones de vulnerabilidad. Reivindicamos que se deje de tratar de manera diferencial a las personas en función de su edad. Las personas mayores tienen derechos y deberes, los mismos que el resto de la ciudadanía adulta de nuestra sociedad. Es inaplazable que se respete su autonomía y toma de decisiones, en definitiva, que se defiendan y respeten sus derechos. Hacerlo además es defender a nuestro yo del futuro.