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El 15 de febrero de 1933, Leberecht Migge, arquitecto paisajista y urbanista, publicó en la más antigua revista de arquitectura alemana una propuesta basada en sus estudios y experiencia de años previos y dibujó un fruchtlandschaft para Berlín, un «paisaje fructífero», un entorno de veinticinco ... kilómetros alrededor de la ciudad donde se crease «un gran asentamiento que conecte ciudad y campo y donde la vida de los residentes esté en armonía con lo natural y la cultura». Enunció también la idea de que no debería haber edificación sin paisajismo ('Kein Hausbau ohne Landbau!'). Para entonces, además, había desarrollado ya numerosos proyectos de jardinería hortícola en urbanizaciones como la 'Römerstadt' (Ciudad Romana) con Ernst May, otro conocido arquitecto de la época, para un «nuevo» Frankfurt.
La introducción del campo en la ciudad tiene referentes urbanísticos muy destacados, como la británica ciudad-jardín surgida de las teorías de Ebenezer Howard a finales del siglo XIX, plasmada en ejemplos tan primigenios como Lechtworth (1903) y Welwyn (1920). Leberecht Migge propugnaba una teoría más social y política en la Alemania de los años 20 y 30, que buscaba objetivos de sostenibilidad ecológica pero también de subsistencia alimentaria, combinando el abanico de posibilidades que la Naturaleza ofrece a la ciudad.
En la actualidad, los huertos urbanos (bastante del estilo de los proyectados por Leberecht Migge) han sido introducidos progresivamente en las ciudades con objetivos múltiples como la revegetación de espacios urbanos por un lado, pero también para proporcionar lugares de trabajo calmado y de ocio para la población e, incluso, como mecanismos de promoción y mejora de la salud por el consumo de productos ecológicos más sanos, sin olvidar lo cultural y la relación entre sus usuarios.
Santander posee ya una red de huertos urbanos sostenibles, que podrá reforzar incorporando nuevas ubicaciones, y también dispone de un perímetro en su frente norte donde, si no al modo tan exagerado de las ideas sociales de los planificadores alemanes del período de entreguerras (Leberecht Migge, Martin Wagner, Ernst May o Bruno Taut, entre otros), sí que habría territorio para poder vislumbrar la posible implantación localizada de un sistema de explotación del suelo a partir de sus recursos naturales, en lo que podría ser un futuro parque agrario. Cueto, Monte y San Román así se manifestaron en su participación en la consulta|pública|ciudadana previa al PGS, lo que permitiría una nueva forma de acercarse a espacios con un carácter tan marcadamente rural en la actualidad y en los que hay un vacío de usos notable desde hace años.
Más allá de esta estrategia de huertos urbanos, más o menos introducidos en la trama de la ciudad, la presencia de la vegetación en las calles es una de las grandes deudas del modo de urbanizar de muchos años anteriores, lo que se traduce en una ausencia del árbol y de lo verde en muchas calles, aceras y espacios públicos. Recuperar y aprobar esa asignatura será también una de las directrices del nuevo PGS por cuanto supone de enriquecimiento de la escena urbana, de mejora de sus condiciones higrotérmicas, de consecución de entornos más saludables, de control del balance de emisiones de CO2 y de recuperación de un espacio público más amable para el ciudadano. Será también una obligación municipal en la (re)urbanización de los espacios ciudadanos que vaya acometiéndose, aunque, eso sí, de acuerdo con los valores de cada uno de ellos, pues lo verde, aunque en sí mismo ya es un valor, siempre debe ser puesto en diálogo con lo que el propio lugar aporta, transmite y representa, ese 'genius loci' característico y patrimonial, ya bien conocido en la antigüedad latina y que tanto se valoró, con excelentes resultados, en la época del pintoresquismo inglés del siglo XVIII.
Ni jardín pintoresco ni «fruchtlandschaft», es obvio que la ciudad tiene otra relación distinta con lo verde y con lo vegetal (y, por supuesto, en el caso santanderino, con lo azul, con el agua, los acuíferos y su frente marítimo), pero, en todo caso, lo realmente importante es que esa relación exista y que forme parte de los valores urbanos del espacio público. Para ello se requiere concienciación cívica y la mejor explotación de los valores ecosistémicos de esa infraestructura verde|azul que la ciudad necesita desarrollar y potenciar.
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