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Todavía no nos habíamos rehecho totalmente de la 'gran recesión de 2008' y ahora abordamos un escenario mucho más terrible. Hasta el segundo semestre de 2019 no se recuperó el nivel del PIB anterior a la crisis desatada en 2008, ha costado once años. ... La crisis destruyó 41.000 empleos y a finales de 2019 solo se habían recuperado la mitad. La tasa de paro alcanzó su nivel máximo, el 22%, en 2013. La caída del PIB no llegó al 5% en 2009, ni al 4% en la recaída del 2013. Ahora se habla de una horquilla de caída entre el 6,5 y el 13,6. Las consecuencias económicas derivadas del coronavirus van a ser mucho más negativas. Por eso es imprescindible medidas de choque en el corto plazo junto a un enorme esfuerzo de reconstrucción a medio y largo plazo. A esto último me quiero referir.
Europa es capital para impedir que todo el peso recaiga sobre los países, que alcanzarían niveles de deuda difícilmente soportables para los más afectados, y, lo más importante, con una salida asimétrica que cuestiona el Mercado Único, y, con ello, la idea de Europa. Hay que insistir: no sólo es solidaridad del norte con el sur, es interés común de todos los países. Con toda cautela se puede afirmar que esta vez Europa sí va a estar a la altura de las circunstancias. Existirá acuerdo en Europa y tendremos recursos en una cuantía desconocida hasta ahora.
De inmediato surge una pregunta: ¿Qué hacer en Cantabria? Expongo mi punto de vista.
A corto plazo: reforzar el sistema sanitario y de protección social (que nadie se quede desamparado), apoyar al tejido productivo (empresas y trabajadores), con especial sensibilidad para pymes y autónomos, intentar evitar que una crisis de liquidez se convierta en crisis de solvencia llevándose por delante miles de negocios. Sobre todo esto el Gobierno está trabajando.
Si miramos a más largo plazo, me temo que la crisis del coronavirus nos coge un poco desnudos. Surge una duda razonable: ¿Cuáles son los elementos tractores del futuro de nuestra economía? Dicho con otras palabras, ¿cuáles son los proyectos de enjundia, aquellos que son motores y transformadores que se podrán presentar para acceder a los recursos europeos y nacionales?
Para abordar esta cuestión perentoria es, sin duda, imprescindible abrir un diálogo, antesala de un acuerdo, con los agentes sociales y económicos y las fuerzas políticas. Es condición necesaria, pero creo que no es suficiente para pasar de las musas al teatro. Es decir, pasar de lo genérico a la concreción de proyectos que engarcen con lo que van a ser las prioridades europeas y españolas: la transición ecológica, la digitalización, el despoblamiento rural.
Desde mi punto de vista el Gobierno regional debe de dialogar y coordinar acciones en la búsqueda de proyectos con muchos grupos y entidades como los siguientes:
-Centros Tecnológicos y Agentes Cientifico-Tecnológicos y grandes grupos de investigación de la Universidad.
-Asociaciones sectoriales y clusters de empresas ya constituidos.
-Grupos que trabajan en propuestas de desarrollo del territorio.
-Agentes en sectores de la economía que se consideran estratégicos. A modo de ejemplo: economía del ocio (turismo, hostelería, cultura, deporte...).
-Logística, con especial relevancia al puerto de Santander.
-Industria agroalimentaria.
-Construcción y obra pública.
-Economía de las canas: Silver economy.
-Economía verde para afrontar la transición económica.
-Sectores de naturaleza fuertemente industrial: industria química y productos farmacéuticos; metalurgia, fabricación de productos de hierro, acero, y ferroaleaciones; fabricación de material y equipo de transporte.
-Sectores de naturaleza sanitaria y educativa.
-Contactar con el lobby cántabro (personas y entidades con vinculación con la región), para atraer proyectos de inversión sustanciales.
Además, el Gobierno ha de fortalecer los instrumentos de gestión, propios o en los que participa, evitando ineficiencias: Sodercán, Icaf, Sogarca. Capitalizando (financiera y humanamente) y coordinando las actuaciones entre los dos primeros y revitalizando Sogarca.
Por otro lado, Cantabria tiene una asignatura pendiente que ha de tratar de aprobar lo antes posible: dotarse de una estructura eficiente y estable de gestión en materia de conocimiento, ciencia e I+D+i. Es necesario un compromiso político que permita llevar a cabo las reformas precisas para dar estabilidad al sistema de ciencia, tecnología e I+D+i de Cantabria a través de la creación de la Agencia Cántabra de Ciencia e Investigación (ACCI),
En este contexto creo imprescindible generar un ecosistema de aprovechamiento real del talento que existe en la región. Se trataría de tejer una red global de talento y de inversores que sirva tanto para el desarrollo profesional de investigadores, innovadores y emprendedores, como para enriquecer el tejido económico y empresarial de Cantabria.
Así pues, a falta de un plan trabajemos para levantar proyectos de futuro en la línea de Europa y España y que, la suma de ellos, configuren un Proyecto de Región. Superemos la retórica vacía y pasemos a la acción.
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