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El lleno en la Plaza de Toros de Valencia con el que el domingo cerramos nuestra convención nacional simboliza muchas cosas. Había muchas ganas de reencontrarnos y mucha necesidad de disfrutar de un gran momento juntos. Nos hemos vuelto a ilusionar, derrochamos ... emoción y recibimos un chute de moral tras recorrer una travesía en el desierto.
Hemos demostrando que somos un partido unido, fuerte, moderado, centrado y preparado para ganar y gobernar, la única alternativa posible al sanchismo que también gobierna en Cantabria.
Y lo hemos hecho hablando a España con un discurso reconocible por los españoles, porque somos el partido que más se parece a ellos y mejor conecta y representa a la España real.
Este es el PP de siempre que ahora es más necesario que nunca. Siempre hemos luchado y trabajado por lo mismo, por generar oportunidades y abrir un horizonte de progreso. Pese a la cantinela de la izquierda, en esta convención no nos hemos sacado ningún conejo de la chistera ni hemos hecho ninguna revelación. Tampoco es nuevo el argumento del viraje a la derecha al que recurren nuestros adversarios políticos cada vez que les sorprendemos y les cambiamos el paso.
Y también hemos reafirmado el liderazgo de nuestro presidente nacional. Pablo Casado ha recibido el respaldo sin fisuras de las organizaciones territoriales representadas por los presidentes autonómicos, que es donde reside su principal fortaleza para movilizar e ilusionar a los españoles y ganar las próximas elecciones. Unidad, proyecto, fortaleza y liderazgo. ¡Objetivos cumplidos!
La imagen apabullante de Valencia representa todo eso, pero no es el final de nada, sino un punto y seguido. Hay que dejar a un lado el triunfalismo. No podemos quedarnos con la ilusión de una posibilidad de cambio, hay que materializarlo y para eso queda aún tiempo por delante y mucho trabajo también en Cantabria, una región que necesita un cambio político como el comer.
Los cántabros llevamos demasiado tiempo sufriendo las consecuencias del populismo y el socialismo encarnados en una coalición de gobierno sin rumbo, sin proyecto y sin otro objetivo que mantenerse en el poder y que está rendida a los pies de Pedro Sánchez que es quien manda en Cantabria.
Da igual lo que pase, que Pedro Sánchez abandone nuestras infraestructuras, nos robe la cartera en el reparto de los fondos o perjudique a la industria electrointensiva o a los ganaderos que sufren los ataques del lobo. Miguel Ángel Revilla ahí sigue, abrazado a los socialistas y a partir un piñón votando con Sánchez una y otra vez. Esa es la realidad: Revilla ha entregado la comunidad autónoma a las políticas paralizantes de la izquierda que sólo generan pérdida de riqueza, empleo y oportunidades.
Cuatro legislaturas y el Gobierno socialista de Revilla no nos ha dejado un solo proyecto tangible para transformar la región. Su proyecto está agotado, el bote de las excusas vacío y la paciencia de los ciudadanos llena.
Los cántabros queremos otra cosa y necesitamos otra cosa. No queremos resignación, queremos ser parte fundamental de la recuperación nacional.
Como España, Cantabria también necesita un cambio con urgencia que pasa por el Partido Popular, porque nosotros somos los únicos que podemos sacar a la región de esa espiral y devolver a los cántabros la confianza en el futuro. Somos la única alternativa capaz de gobernar con un proyecto diametralmente opuesto al de Pedro Sánchez: la alternativa de la libertad y la prosperidad.
Cantabria necesita libertad para acabar con las injerencias y el maltrato de La Moncloa, para defender nuestra autonomía fiscal y bajar impuestos; para proteger la educación de nuestros hijos; para emprender y prosperar; libertad, desde la igualdad de oportunidades, para vivir en la ciudad o en la Cantabria rural.
En nuestro proyecto de región caben todos. Somos un partido fuerte, la única referencia del centro derecha en Cantabria, y estamos preparados para ganar, gobernar y pilotar el desarrollo de nuestra comunidad.
Ya hemos levantado Cantabria dos veces, procurando respiros de recuperación económica y el impulso de grandes proyectos. Lo hemos hecho y lo volveremos a hacer, porque como decía hace unos días nuestro presidente Rajoy «no hay dos sin tres».
Lo volveremos a hacer con la única fórmula que funciona, empleo y buen gobierno, pero no podemos hacerlo solos. Cantabria necesita la fuerza y solidaridad de la España de las autonomías y necesita tener como principal aliado al Gobierno de la nación para garantizar un sistema de financiación autonómica justa, para impulsar definitivamente nuestras infraestructuras de comunicación, para trabajar mano a mano en la transición energética de nuestro sector industrial, para abordar el reto demográfico o el desarrollo rural.
Cantabria necesita urgentemente a Pablo Casado en La Moncloa y nos vamos a dejar la piel para que así sea. Como decía el lema de la convención, Creemos. Creemos en España y en Cantabria y en la fuerza transformadora del Partido Popular. Eso es lo que nos hace capaces de construir y avanzar, el primer paso para cambiar las cosas.
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