Las gaviotas del PP, en vuelo bajo
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Crisis de silla vacante, sin presidente ni gestora, y viejos militantes que se vanEl Partido Popular de Torrelavega atraviesa una crisis en su estructura que supera la vivida cuando Ricardo Bueno propició una radical ruptura con la vieja ... guardia representada por Pedro Cabeza -heredero de Alianza Popular-. Desde entonces, a veces a barlovento y otras a sotavento, ha ido el PP capeando temporales. Seguramente, con similar desabrimiento, Bueno recibió la sustitución impuesta de Albalá o la larguísima presidencia local de Peón, siempre frustrada candidata a encabezar la lista de su partido. Fue ella quien gobernó con guante de seda la agrupación hasta octubre de 2019, cuando tras una difícil y ruda asamblea, presentó su dimisión. Aquella espantada no fue ajena al sorpresivo nombramiento de Fernández-Tejeiro -impuesta a su vez por Buruaga-. Las indisimuladas tensiones entre ambas propiciaron que los militantes hicieran de cada una de ellas la cabecilla en una facción, en enconada pugna, que ha dejado maltrecho este partido. Con una situación económica nunca bien explicada, el PP local se descompuso entre quienes apoyaban a una u otra (algo que cambiaría con el tiempo, convirtiéndose en accidentales aliadas). Con una seria situación de tesorería, unida a una indisimulada bandería -desde la cabeza a las bases-, se pidió a una veterana militante, que nunca había ocupado un cargo institucional, Alvargonzález, que diera un paso al frente para intentar remansar las aguas. Tan sólo nueve meses después, presentó también su dimisión aludiendo a las manidas «causas personales», siendo en realidad la respuesta a la falta de apoyo de la presidenta regional, que ni la recibió cuando intentaba explicar lo que estaba sucediendo en Torrelavega. Desde entonces, y han pasado dos años y medio, el PP no dispone de órgano de control, ni ha nombrado al menos una comisión gestora, ni se ha celebrado una asamblea, mientras algunos veteranísimos militantes han roto el carné, dejando escapar las gaviotas. Nadie gobierna, dirige, coordina o controla. Este partido -institucionalmente- sigue su camino, pero como lo hacen los gallos, aún cuando les han cortado la cabeza. Se reúnen habitualmente en bares, a pesar de disponer de una sede que permanece cerrada por no ser del gusto de quienes se sienten huérfanos de los lujos de los días de vino y rosas económicos que acabaron cuando se destaparon los problemas de financiación en el PP. Alaban los ahora concejales al gobierno municipal porque les han dado un mejor despacho en el desvencijado Ayuntamiento -es de esperar que con casco de obra- asegurando que están siendo tratados como nunca. Peligrosa es la lisonja que viene del oponente como versara Quevedo: «Oh tú, plausible error de los errores/ mina sagaz de dóricos espacios/ dorado panteón de los palacios/ agravio consentido/ perniciosa alabanza/ culpa ajena de propia confianza/. Áspid disimulado y, en fin, ¡oh tú, delito tolerado, oh tú, lisonja!».
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Ana del Castillo
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