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Estamos en tiempos de transición, venimos del imperialismo norteamericano, con sus luces y sombras y ahora estamos evolucionando a otro chino y ruso, con más sombras que luces. Siglos atrás los imperialistas fuimos nosotros, los españoles, británicos y franceses, colonizamos todo lo que nuestras armas ... y conocimientos nos permitieron. Quien parte y bien reparte se queda con la mejor parte.
Pero ahora las tornas han cambiado, sobre todo desde el momento en que los poderosos decidieron que las armas atómicas ni tocarlas (afortunadamente). EE UU, en la mano de su presidente, ha decidido salir de Afganistán. Muchos se han rasgado las vestiduras ante esta maniobra, pero personalmente pienso que ha sido una decisión que se debía de haber tomado mucho tiempo atrás. La geoestrategia del mundo ha cambiado. EE UU es consciente de que con las armas tradicionales, por muy sofisticadas que sean, no van a conseguir resultados, más aún si las otras dos superpotencias en escena, Rusia y China, juegan con otro tipo de armas. Esas armas con las que luchar, combatir o defenderse son ceros y unos; el terrorismo es cada vez más ciberterrorismo y las trazas que dejan se pescan en otras redes, en el 'deep web', en el internet oscuro. Las balas y los misiles hoy son digitales; ese es el terreno de juego en el que hay que desenvolverse. Más aún cuando en Occidente las muertes por actos de guerra cada vez pasan más factura a los gobiernos de turno.
En la geoestrategia todas las piezas de interés comienzan por A; Afganistán, Asia, América del Sur y África. Esos son los terrenos de más interés. A Rusia le interesa un mundo desestabilizado (en el que su petróleo y su gas tengan un mayor valor por su posible escasez). A China le interesan las materias primas de América del Sur y de África y, cómo no, el litio de Afganistán. Y en ese escenario, y ya desde hace años, EE UU se ha posicionado más en el software, con sus grandes multinacionales, que en las materias primas, transformadas (China) o no (Rusia).
Afganistán, con el que tanto nos hemos identificado, hace 50 años era un reino próspero, evolucionando a la modernidad y ahora es lo que sus nativos con armas han decidido que sea. No tiene sentido seguir en un mundo de fuerzas armadas cuando las verdaderas fuerzas tienen que ser nuestra capacidad de trabajo, de creación de valor, de inteligencia aplicada a la ciencia y a la tecnología. No debemos ser los salvadores de la patria de nadie; cada nación tiene que soportar su propia vela. Todo ello sin olvidar que debemos proteger aquello en lo que creemos, nuestro estilo de vida, nuestras creencias y nuestra forma de ganarnos la vida y de relacionarnos en sociedad; que no nos lo toquen; no se lo toquemos a otros.
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