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Las definiciones de los diferentes movimientos políticos son complejas y, por consiguiente, resultan difíciles de resumir o visualizar. Por esa razón, se utiliza la geometría ... para ayudar a entender la tendencia de un partido o la ideología de otro. Y de esa manera existe el concepto del centro, de los extremos o diferentes posicionamientos siempre de manera metafórica. La aplicación de criterios geométricos a las diferentes ideologías produce una metamorfosis, que aleja a los votantes de la verdadera esencia de las diferentes opciones que pugnan por hacerse con el voto y, finalmente, con el gobierno de un municipio, comunidad autónoma o país.
La primera idea que es preciso considerar, cuando se acepta la tesis del posicionamiento ideológico, es que todo en ella resulta arbitrario y carente de anclaje en la realidad. Muchos partidos políticos se presentan, de manera más o menos explícita, como de centro. Naturalmente el centro no es una forma de pensamiento político, sino un mero posicionamiento en la geometría ideológica. Un centrista es aquel que equidista de la izquierda y de la derecha, pero no es una posición fija. Por el contrario, depende de la distancia que exista entre ambos lados.
Durante una buena parte de la España democrática, el centro estaba a la misma distancia del PSOE que del PP y, por tanto, dependía de si la derecha o la izquierda eran más o menos radicales. Pero el centro como tal es un pensamiento político inexistente. En el debate ideológico se cuenta con argumentos que no son susceptibles de centrismo: ¿Se puede adoptar una posición intermedia entre quienes consideran la libertad como un pilar básico para la vida personal y social y los que defienden la dictadura que elimina esa libre elección?
En el momento presente, en España asistimos a un fenómeno singular de distorsión de esa geometría: Los posicionamientos oscilan entre una extrema izquierda (Unidas Podemos) hasta la extrema derecha (VOX). El gobierno está formado por un partido con gran apoyo electoral de centro izquierda (PSOE) y por otro radical como Unidas Podemos. Una coalición legal, legítima y surgida del voto de los españoles. El centro, por tanto, ya no se ubica entre la socialdemocracia y el liberalismo-democristiano, sino que debe colocarse más a la izquierda. Esta nueva situación deja a los partidos extremistas en idéntica situación y así tan legítimos son los votos de Unidas Podemos como los de VOX. Es un ejercicio de cinismo acusar al PP de inclinarse hacia VOX mientras se justifica no ya que el socialismo se aproxime en su ideario a Unidas Podemos, sino que gobierne con ese partido en coalición.
Para complicar esta geometría, en España existe una situación singular que destruye toda la geometría euclidiana: los partidos independentistas. En el mundo secesionista la distancia entre la izquierda y a derecha, entre el socialismo y el liberalismo es inexistente. Formaciones que se proclaman abiertamente de izquierda, incluso de extrema izquierda, presentan a su vez un nacionalismo radical más propio de un partido de extrema derecha. La ideología que sustenta a partidos como Esquerra Republicana de Cataluña es de un clasismo y una defensa de los privilegios más acorde con una agrupación en la senda de la derecha tradicional, del carlismo, que no por casualidad, tanto arraigo tuvo en regiones como el País Vasco y Cataluña.
Los partidos separatistas crecen lenta pero imparablemente en España. El procedimiento ha sido y se mantiene incólume en su perversión: cada grupo secesionista nace como regionalista o ya directamente nacionalista. Cuando logra imponer su idioma, como lengua única, impide la llegada de funcionarios y trabajadores de otras comunidades y finalmente se presenta como independentista sin por ello abandonar su práctica de absorber todos los fondos posibles del conjunto de los españoles.
El factor del separatismo distorsiona la geometría clásica de derecha e izquierda, porque uno de los grupos independentistas más importantes, el PNV, mantiene unas tesis de derecha en materia económica y también respecto a otros criterios éticos y morales, mientras que sus homólogos catalanes se ubican explícitamente en el ámbito del socialismo radical o directamente en el comunismo.
Un análisis del presente político de España indica que la mayoría de la cámara se ha escorado a la izquierda, especialmente al abandonar el PSOE una posición de centro izquierda, para aliarse con Unidas Podemos en un tándem de izquierda pura. Si prosigue esa tendencia, y las diferentes formaciones nacionalistas agudizan su posición colectivista, estaremos ante una serie de dibujos geométricos que tendrán en la izquierda moderada el centro, mientras que la derecha tradicional estará cerca de ser declarada «ultra» y VOX será expulsado del universo democrático para convertirse en un grupo antisistema.
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