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Le gustaba a Cicerón ese proverbio y así lo formuló en su obra maestra 'Sobre los deberes': «Nada que contraríe a Minerva es conveniente». Era Minerva la diosa romana de la sabiduría, las técnicas y las artes, por lo que repugnaban a sus designios las ... acciones contrarias a la razón y el derecho.
En la vida de los demagogos encontramos siempre decisiones cruciales contra ese orden de las cosas, porque su ambición desmedida persigue de continuo el poder en detrimento del buen gobierno. El destino del nuestro empezó a fraguarse con la irrupción de la generación indignada y sus nuevos partidos. Precisamente su doble fracaso como líder del PSOE en las elecciones generales de 2015, que hubieron de repetirse en 2016, y su estrepitosa derrota en éstas, le convencieron de que la nueva coyuntura hacía pasar su futuro político por el acercamiento a Podemos y los partidos autonómicos de izquierdas y soberanistas.
Su decisión de conducir al PSOE por este camino radical y contrario al bipartidismo desencadenó una corriente crítica dentro de su ejecutiva, apoyada por sus referentes históricos, que le arrebató la Secretaría general. Pero las bases del partido, siempre entregadas a su demagogia, le repusieron en el cargo en las primarias de mayo 2017.
En esta segunda navegación, el demagogo ya no necesitaba ganar las elecciones generales para confirmar su liderazgo: de hecho, perdió tres de las cuatro en que concurrió. Para ser investido, le bastaba con enuclear en torno a su partido los fragmentos de la izquierda y el soberanismo. Y así ha venido aupándose a la presidencia del gobierno, desde que ganó la moción de censura contra Rajoy. Tan es así, que ni él, ni sus adeptos distinguen ya entre conseguir la investidura y ganar las elecciones.
Pero esta estrategia ganadora choca con la lógica bipartidista del sistema electoral y parlamentario español, pues establece al PSOE como su único centro, polarizando así, con su nube de fragmentos de izquierda y soberanistas, toda la actividad política y legislativa. Nuestro espacio parlamentario es sin embargo elíptico y el precio de marginar el foco de la oposición es la incapacidad de legislar y desarrollar políticas de Estado, y dar bandazos en política exterior.
Además, la demagogia del gran líder es incapaz de anudar su PSOE con España, que rechaza mayoritariamente su pretensión federal-presidencialista. De ahí sus malos resultados en las generales de julio 2023, que le abocaron a una segunda decisión crucial: pactó con secesionistas fugados su amnistía y un referéndum de autodeterminación. Era una decisión contraria a nuestro 'consensus iuris' y un ejercicio de incoherencia y engaño a una parte de sus votantes, pero la tomó sin dudar para conseguir la investidura.
La pugna del gobierno con la justicia ha marcado por eso la legislatura desde su comienzo. A los enfrentamientos derivados de sus intentos de controlar el poder judicial y de encajar su ley de amnistía, se han añadido sus ataques por los casos de tráfico de influencias y corrupción, abiertos contra su familia, su partido y su fiscal general. En defensa de estos «elevados estándares de ética», que iban a regenerar la democracia española, ha alineado a su gobierno y su partido con los independentistas en su campaña de recusación de la justicia española por lawfare. Ha llegado hasta promover 'ad hoc' una indecente «Proposición de ley orgánica de garantía y protección de los derechos fundamentales frente al acoso derivado de acciones judiciales abusivas».
El demagogo se aferra al tablero y juega a ganar tiempo encubriendo la parálisis e inviabilidad de su gobierno con gestos y buenas palabras. Ha reeditado por eso los dos que fueron símbolo y talismán de sus primeros pasos en la presidencia del gobierno: revestirse de humanitarismo progresista con la acogida de los inmigrantes del Aquarius y agitar el fantasma del fascismo con la exhumación de Franco.
En efecto, ante la insostenible situación de los más de 4.000 menas hacinados en Canarias, su gobierno va a decretar su distribución en centros de acogida de toda España. Un gesto humanitario que requiere la colaboración de las comunidades autónomas; hacerlo las honrará ciertamente, pero no a un gobierno incapaz de desarrollar una política consistente de inmigración.
Consciente además de que navega contra la corriente internacional conservadora y de afirmación nacional, ha enarbolado una campaña de memoria democrática sectaria, que pretende atribuir al PSOE la recuperación de las libertades y vincular a la oposición con el franquismo. Así jalea y da argumentos a los fieles que ha lanzado desde su gobierno a recuperar el poder territorial y sortear los casos de corrupción.
Tanto tiempo jugando a engañar a todo el mundo, el demagogo ha llegado a cometer el error de engañarse a sí mismo. Se niega a reconocer el fracaso de su insensato desafío al orden jurídico-político español. Poco le importa ser un árbol caído en el camino de su país, cuando se tienen que afrontar sin delación los retos económicos y políticos de un cambio crítico en la coyuntura internacional.
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