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No acaba de arrancar la segunda legislatura y esa suerte de campo de Agramante que forman el gobierno de coalición y sus socios amenaza ruina. Así parecen indicarlo su incapacidad de gobernar, la creciente frustración y desconfianza de Junts, y el deterioro de la imagen ... pública del presidente. Tal vez por esto Moncloa se propone convertir la efeméride del fallecimiento de Franco en una conmemoración del postfranquismo, que inundará 2025 con más de un centenar de actividades del programa 'Democracia y Memoria'.
Adelantado de esta agresiva campaña memorialista es Ernest Urtasun, que el pasado 12 de diciembre puso en marcha la línea de actuación de su ministerio, 'Cultura y Memoria'. Con un sencillo acto en la Biblioteca Nacional, se escenificó la restitución del cuadro 'Don Francisco Giner de los Ríos, niño' (1852), incautado a la Institución Libre de Enseñanza (ILE) por el Estado franquista, cuando la ilegalizó en 1940. Lo recogió el actual presidente de la Fundación Giner, cuyo patronato tiene la capacidad legal de representarla y obrar sobre el patrimonio de la ILE.
Según aclaró el ministro Urtasun, esta entrega se integra en una firme voluntad del Gobierno de España y su Ministerio de Cultura: «Hacer valer el espíritu y la letra de la Ley de Memoria Democrática y reparar, tanto tiempo después, el verdadero estatus y propiedad de un patrimonio que fue vulnerado y expoliado por la dictadura».
En realidad, la Fundación Giner fue legitimada en la Transición para reclamar sus bienes y cumplir sus fines, y tiene su sede reformada en el antiguo solar de la ILE, ampliado con otro donado. Y sorprende que el cuadro devuelto no fuera reclamado por el entonces presidente de esa Fundación, Manuel Pedregal, que recuperó parte de los bienes incautados a la ILE y revertidos por el Real Decreto 131/1978: «Quedan integrados en el patrimonio de la Fundación Francisco Giner de los Ríos los bienes de la Institución Libre de Enseñanza». Pues ese retrato del gran institucionista, pintado por Manuel Ojeda y Siles, formó parte de la exposición 'La Época de la Restauración', organizada por la Dirección General de Bellas Artes, del antiguo MEC, que se pudo visitar entre junio y septiembre de 1975 en el Palacio de Velázquez. En el catálogo de la exposición consta esa pieza con el número 459.
Pero lo más irónico del caso es la elección de Francisco Giner y la ILE para la primera representación de 'Cultura con Memoria', cuando los herederos de su legado fueron considerados sin excepción traidores a la Segunda República, llegando a ser perseguidos algunos de los más representativos, que temiendo por sus vidas se exiliaron de la España del Frente Popular. Araquistaín acusó a esta tercera España del «pecado por inacción e inhibición», característico de la 'traición de los intelectuales', que Ortega y Gasset simbolizó según él mejor que nadie.
Se congratula uno de que ese revelador retrato de Giner adolescente pueda verse de nuevo en su Fundación, donde debió ser repuesto incluso antes de la inauguración de su moderna sede en 2016, con motivo del centenario de su fallecimiento. Para esto, sin embargo, no hacía falta ninguna ley de Memoria, ni creo que ayudase demasiado el inventario de bienes incautados, puesto en la red, pero prácticamente inutilizable. Hubiera bastado con reclamar esa propiedad reconocida por el decreto del 78 y una administración eficiente en la reposición de incautaciones revertidas.
Como se ve, la primera entrega de la campaña 'Cultura y Memoria' es una farsa propagandística, en la que se atribuye a la Ley de Memoria Democrática y al nuevo inventario la reposición de un bien incautado por el Franquismo, que en realidad ya estaba revertido de iure, pero yacía perdido en un armario de la Biblioteca Nacional por negligencia de las partes. Para no hablar del tosco intento de capitalizar un legado como el de Giner, portador de una idea de cultura humanizadora, que desborda por completo la retórica bipolar del sanchismo.
Cuando el demagogo se siente acorralado vuelve a las esencias de su 'Memoria', acude a sus científicos y convoca a sus víctimas. Pero lo que late en el fondo de su memorialismo y su campaña 'Democracia y Memoria' es una ideología macabra, sectaria como todas, que nada tiene de científica, no es compatible con una historiografía crítica, ni es necesaria para hacer justicia a las víctimas de la Guerra Civil y del Franquismo. Se puede y se debe resarcir a esas víctimas, sin necesidad de confrontar a la sociedad. Pero lo que busca el demagogo es precisamente eso, enardecer a su facción, polarizar nuestra vida social y política, y provocar a la extrema derecha que demoniza. Pues son la crispación y el caos los que le sostienen en el poder.
Ya no cabe, sin embargo, detener el tiempo para saltar a ninguna parte. Lo que toca en 2025 es el fin de la pesadilla y el restablecimiento de nuestra convivencia democrática, su proyecto común y sus valores.
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