Secciones
Servicios
Destacamos
Se ha teorizado, y acreditado en la práctica, que llegar al Gobierno aplaca y templa los ardores ideológicos y partidarios. Que la llegada a los mandos del Poder Ejecutivo mitiga las ansias de llevar a la práctica las ofertas y agasajos prometidos a la clientela ... electoral durante la campaña. Que el contacto con la realidad de las cifras, las necesidades reales del país y sus posibilidades económicas son un antídoto eficaz contra el radicalismo político. Desde que François Miterrand llegó al palacio del Elíseo en septiembre de 1981 con su programa '110 propuestas por Francia' hasta que en marzo de 1983 tuvo que retractarse y enmendar casi todas las promesas esenciales, solo había pasado año y medio. Ni nacionalización de la banca y las once grandes empresas, ni jubilación de los hombres a los 60 y las mujeres a los 55, ni ampliación del sector público, ni gran subida de impuestos, ni gran aumento de gasto social. También Miterrand había incluido a cuatro ministros comunistas en su gobierno. Qué casualidad. Más próximo en el tiempo el ejemplo de Grecia donde el experimento de Syriza dejó paso rápidamente a la derecha liberal a pesar del giro radical del populista Tsipras incumpliendo sus promesas sociales. Y a los populistas que no atendieron a la realidad social al llegar al poder, se los llevó la marea como a Salvini en Italia.
Con el nuevo Gobierno de coalición en España están abiertas todas las interrogantes aunque su presidente parece que ha empezado a encontrar las primeras dificultades a la hora de confeccionar el casting del equipo de gobierno. Quizás para compensar el peso de Garzón, Montero, Iglesias, ha tenido que suavizar el perfil del Consejo de Ministros. Porque la realidad española le va a apretar como diría Torra tanto o más que sus acuerdos con populistas de izquierda e independentistas de «me importa un comino la gobernabilidad de España». No podrá hacer realismo socialista; sino que tendrá que hacer realismo nacional, no política nacionalista sino nacional.
No podrá gobernar solo mirando los intereses de los empleados, sino también de los empleadores, que son los que crean puestos de trabajo. Si piensa que el sector público puede cubrir, a base de producir funcionarios, el déficit de empleo, que eche un vistazo a la historia de Miterrand. El arte de gobernar consiste en diagnosticar bien las prioridades. Y desactivar con una mano pragmática los temores de una parte de la sociedad que no se siente representada en el poder. El temor al gobierno no es aceptable en democracia. Es propio de los regímenes autoritarios o revanchistas que se dedican a primar a una parte de la sociedad en detrimento de la otra. Ese es el caldo de cultivo de la tensión social que va a ser el mayor enemigo de la estabilidad del primer gobierno de coalición. Para neutralizarlo no sirven llamadas a la moderación o acusaciones a la oposición. Sirve gobernar para todos. Y gobernar para todos no es popular. @J_cviloria
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.