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Que las llamadas al 016 hayan subido un 42% después de la emisión del programa donde Rocío Carrasco pormenorizó su bajada personal a los infiernos del maltrato tiene mucha más lógica de lo que podamos suponer. Se habla bastante de los 'youtubers', 'influencers' y el ... resto de 'moloners' así como de su capacidad para influir en los adolescentes, y parece que hemos olvidado que la televisión siempre ha tenido el poder de modificar las actitudes y los pensamientos de la población, sobre todo para sacar fuera aquello que no se visibiliza porque suele permanecer oculto en las aristas de la existencia.
Todavía recuerdo el capítulo de 'Verano azul' donde Tito -y, con él, todos nosotros- descubría lo que era la regla con una de esas frases tatuadas en nuestra memoria: «mi hermana tiene el periódico». Aquella serie fue pionera en abrir muchas puertas cerradas de nuestra balbuceante democracia y trataba temas controvertidos para una sociedad como aquella, tan cubierta de naftalina, y a la que, cada vez más de manera ridícula, nos volvemos a asemejar. El divorcio, ser madre soltera, la menstruación, la ecología... encontraron reflejo a través de ella y todos pudimos avanzar hacia un mundo un poco más amplio de miras.
Y no solo sucedía con las producciones patrias. En 1985 y gracias a la popular telenovela 'Cristal', el número de mujeres que fueron al ginecólogo se multiplicó por tres, debido a que a uno de los personajes, Inocencia, le detectaban un cáncer de mama. Y es que los avatares de estos seres ficticios muestran la realidad humana igual de bien que una persona real, porque muchas veces la diferencia entre persona y personaje estriba sin más en la verosimilitud de lo que hace y en la realidad que se respira a través de él, independientemente de que sea obra de un guionista, como Inocencia, o creado y vivido por uno mismo, como Rociíto.
Y es que, en el fondo, nos guste o no, los verdaderos referentes del amplio grueso de nuestra sociedad se mueven en los programas que emiten estos canales y es desde ellos donde se debería aprovechar la fuerza que tiene lo que muestran para conducir a la audiencia hacia caminos más éticos y justos, dejando de dar cabida a temas de amoríos y desvaríos de los famosetes de turno para intentar reducir los problemas de la sociedad a golpe de 'share'. Quizá el próximo tema que se podría afrontar sería el del suicidio. Diez personas se quitan la vida cada día, son cifras lo suficientemente alarmantes como para empezar a tomarlo en cuenta. Solo aquello que se verbaliza adquiere la entidad suficiente para remediarlo, aunque sea en la cadena que engendró a las 'mamachicho'.
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