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En plena guerra interna entre Pedro Casares y Pablo Zuloaga por el control del PSOE cántabro, existen dos episodios claves que marcaron un antes y un después en el conflicto regional y en las relaciones entre el diputado nacional y algunos de los que ahora ... mandan en Ferraz. Esos mismos que el pasado fin de semana intercedieron para apartarlo de la Ejecutiva Federal en favor de Eugenia Gómez de Diego. Nadie olvida que fue también ella, precisamente, la que ocupó hace un año la Delegación del Gobierno cuando Madrid laminó a Ainoa Quiñones, mano derecha de Casares. Mucho se ha hablado de aquella ruidosa e inesperada destitución, fundamental para entender lo que ahora está pasando en el socialismo cántabro, pero nunca se han contado los dos capítulos que la preceden y explican. Dos momentos que evidencian la distancia no disimulada que existe entre Pedro Casares y el secretario de Organización del PSOE nacional, Santos Cerdán, al que Pedro Sánchez acaba de reafirmar en el cargo pese a las sombras que existen por su vinculación y cercanía con José Luis Ábalos.
El primero de esos capítulos se escribió en octubre de 2022, en plena preparación de las elecciones autonómicas y municipales que llegarían en mayo de 2023. En aquel momento, el PSOE cántabro hizo una encuesta de conocimiento de posibles candidatos en Santander. Casares y Quiñones sacaron muy buena nota, pero no el concejal Daniel Fernández, con casi 20 puntos por debajo de ellos. Ante ese resultado, tanto la dirección regional como Ferraz insistieron en que el candidato a la Alcaldía debía ser Pedro o Ainoa, pero estos se negaron porque la Agrupación de Santander eligió a Fernández como rival de Gema Igual. El PSOE acabó perdiendo un concejal y más de 2.000 votos respecto a 2019, un resultado que no gustó en Ferraz.
El segundo capítulo también tuvo unas elecciones como escenario, en esta ocasión las nacionales del verano de 2023. Santos Cerdán quería que Quiñones fuese de número dos en la lista al Congreso, detrás de Casares, pero ella se negó por conciliación familiar y porque no había sido elegida por las agrupaciones municipales para ir en ese puesto, que ocupó Noelia Cobo pese a que no fue escogida por los militantes –sacó más votos Esther Bolado–.
Esta segunda negativa de Quiñones en tan poco espacio de tiempo empeoró las cosas con Ferraz. Solo cinco meses después, Madrid la destituyó en la Delegación y Santos Cerdán se despidió de ella diciendo: «Volveremos a hablar cuando tengas tiempo para dedicarte a esto».
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