La broma del cine

Hay que ser muy osado o muy inconsciente para desempolvar un proyecto que llevó a la cárcel a su principal promotor en Cantabria. No ha pasado ni un año desde que el Tribunal Supremo ratificará la pena de tres años de prisión y 330.000 euros de indemnización a José Chauffleur por quedarse con el dinero que invirtieron varios empresarios. Pero hay más, el propio banco francés Credit Agricole, la entidad que supuestamente avalaba la operación que sus promotores llegaron a asegurar que en cinco años generaría el 5% del PIB regional, dejó claro en su momento que no podía respaldar nada porque no existía nada detrás de VFM Investments Group for Europe, la firma que anunció el comienzo inminente de las obras allá por 2005.

El propio presidente de Celtus, Antonio Mayoralas, reconoce que «esperará al resultado de las elecciones para replanteárselo». Pero entonces, ¿hay o no hay 500 millones para hacerlo? ¿Hay algún partido al que no se atreve a proponérselo? Será porque ya estamos curados de espanto con los proyectos faraónicos, pero la credibilidad que se le ha dado a este anuncio en todos los ámbitos ha sido cero. La misma que hoy en día le damos a otros que salpican la hemeroteca de promesas en Cantabria: la conversión de Correos en un Parador; unos Picos de Europa metálicos en el parque de Las Llamas para albergar el Mupac; el teleférico pasiego; el campo de golf desde Cueto hasta la playa de El Bocal; las galerías mineras de Udías para construir el mayor parque de atracciones subterráneo del mundo; el puente entre Laredo y Santoña...

Pese a todas las señales de alerta y la memoria histórica, no estamos a salvo. Hace solo unas semanas estábamos hablando de un parque acuático en Sierrallana. Y hace unos meses, de una de las minas de zinc más importantes del mundo en Reocín. Pero no hace falta irse tan lejos, la obra estrella del próximo Plan de Carreteras del Gobierno de Cantabria es el puente sobre la ría entre Suances y Requejada. Veinte años lo contemplan.