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En uno de esos homenajes ególatras que Felipe González y Mariano Rajoy se dan de vez en cuando en el Foro La Toja, los dos expresidentes aprovecharon para hacer reír a su público –viejas glorias del bipartidismo clásico y empresarios del Ibex– con la caída ... en desgracia de los nuevos partidos. «Subieron como cohetes y cayeron como plomos. Han durado solo un rato», bromearon el socialista y el popular, empeñados en descubrir en sus jubilaciones cómo PSOE y PP están mucho más cerca de lo que se empeñan en disimular sus dirigentes en activo.
Más allá del ventajismo de hacer estos análisis –o chascarrillos– cuando a los grandes partidos ya se les ha pasado el susto de perder sus sillones, la realidad es que las nuevas siglas aparecidas en la última década en la escena política han dejado más burbujas que posos. Y en Cantabria tenemos ejemplos muy evidentes.
Después de que Podemos y Ciudadanos entraran y salieran del Parlamento en un abrir y cerrar de ojos, contando ahora con un apoyo residual tras sus días de vino y rosas, el último descalabro regional es el de Vox. Los choques entre Leticia Díaz y Cristóbal Palacio en la Cámara, aireados en público y sobrepasando la frontera política para llegar a territorio personal, han restado toda credibilidad a su labor parlamentaria. Y por mucho que la presidenta Laura Velasco intente construir un dique entre el 'infierno' del hemiciclo y el 'paraíso' del partido, la verdad es que el crédito y la reputación de Vox en Cantabria han quedado seriamente dañados. Y ni siquiera la salida de Palacio dando un portazo puede solucionarlo, porque a Vox le empiezan a recriminar eso que también le reprochaban a Podemos en su día: si no saben gestionar su propia casa, ¿cómo van a gobernar?
Las críticas de Palacio a su partido por el viraje de los últimos tiempos –expulsión de talento, jerarquía vertical, confesionalismo religioso...– ponen en evidencia la agitación interna que existe frente a las proclamas del «todos a una y Santiago y cierra España» que Abascal vende en el Congreso.
A Vox Cantabria le quedan algo más de dos años para esquivar la maldición que acabó con Podemos y Ciudadanos aquí. De momento, ya tiene un diputado menos que hace una semana.
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