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La primera víctima de una victoria electoral es el partido. No sería la primera vez que, saturado por la formación y gestión del Gobierno, el ganador deja de tener tiempo para sus afiliados, para sus comités locales, para dar cariño a su estructura orgánica... Los ... encuentros municipales se reducen a la mínima expresión y las sedes de los partidos se vacían. Recuperar esa relación –normalmente cuando se vuelven a acercar otras elecciones– cuesta mucho. Demasiado. Y a alguno le ha pesado tanto que le ha costado, incluso, el cargo y el apoyo de los suyos. Así que el PP, que ya sufrió esta desafección en la legislatura 2011-2015, tiene previsto que algunas personas claves del entorno de Buruaga cuiden las siglas mientras otros gobiernan. Ese papel relevante para evitar disensiones internas podría repartirse esta vez entre María José González Revuelta –al margen de otro cargo institucional que pueda tener– y el número tres en el Parlamento, Juan José Alonso.
Pero no solo el PP tiene que mirar al partido una vez terminadas las elecciones. En el PRC y en el PSOE las aguas andan revueltas por razones muy distintas.
En las bases socialistas ha sentado muy mal el último movimiento de Pablo Zuloaga para intentar aglutinar cargos y sumar el Senado a su escaño en el Parlamento de Cantabria. Un movimiento frustrado porque sus asesores no le advirtieron que era incompatible compaginarlo, al margen de que los propios estatutos del partido prohíben la duplicidad de cargos, algo que no pareció importarle demasiado. Pero más allá de eso, los grupos de WhatsApp de las agrupaciones locales ardieron al enterarse de sus intenciones. Ya se encargó también Pedro Casares, al que la propia dirección del partido provocó dejándole fuera de la candidatura al Congreso, de desacreditar las aspiraciones nacionales de Zuloaga. De hecho, el comité local del PSOE de Santander ridiculizó la propuesta del líder socialista dándole solo 26 votos a su candidatura al Senado. Por delante prefirieron a Gustavo García (175), Esther Bolado (169), Pablo Antuñano (157) y Ana Belén Álvarez (28). La secretaria de Organización del PSOE, Noelia Cobo, que se incluyó como número dos al Senado, quedó aún peor con solo 20 votos.
Puede que la incompatibilidad por ley le haya venido incluso bien a Zuloaga, que se podría haber enfrentado mañana a un Comité regional en rebeldía.
En el PRC también empiezan a escucharse voces que reclaman cambios. O, al menos, no quedarse quietos como si no hubiera pasado nada. Todavía con la boca pequeña, algunos sectores piden un congreso de refundación el año que viene. Parece complicado que vaya a ocurrir pese a la sangría de votos de Revilla.
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