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La tarde-noche del 4 de abril puede ser de cuchillos largos en el PRC. Los 80 miembros de la Ejecutiva deberán decidir a cual ... de los cuatro candidatos presentados –Paula Fernández, Pablo Diestro, Javier López Estrada y Guillermo Blanco– avalan para suceder a Miguel Ángel Revilla. Y lo harán con voto secreto en urna. Un sistema que obligará a confiar en la palabra dada, en los apretones de mano previos y en la promesa de recompensas futuras, pero que no admite certezas reales ni seguridades para los aspirantes. La vigilia de la noche anterior a la votación está garantizada.
Los cuatro candidatos llevan semanas llamando por teléfono, reuniéndose en persona e, incluso, haciendo kilómetros por carretera para conseguir los respaldos necesarios. Les hará falta el 20% de los votos de los dirigentes que se presenten ese día en la sede. Todos los aspirantes dicen tenerlos amarrados ya, pero la dura realidad de estos procesos es que alguno de ellos, aunque de verdad lo piense, no los tiene realmente, y no lo sabrá hasta que ya sea demasiado tarde. El anonimato del voto impide garantizar a ninguno de los cuatro los apoyos necesarios hasta que no se vacíen las urnas y se cuenten las papeletas.
En el PSOE se ahorran esta incertidumbre con avales públicos y con firma –el 15% del censo de 2.800 militantes–, igual que en el PP, con un modelo muy flexible para que se presente casi cualquiera con el respaldo de solo 90 firmas de afiliados. Pero el PRC ha optado por otra vía. Un modelo que, primero, deja mucho espacio a las sorpresas de última hora, y, segundo, hace casi imposible a la mayoría de las bases del partido inscribirse, ya que no se recogen entre la militancia. Si ya es costoso para la cúpula reunir los avales de entre los miembros de la Ejecutiva, cuánto no lo será para un concejal de perfil medio sin esos contactos arriba.
Si para entonces no se ha llegado a un consenso entre los candidatos, el 5 de abril sabremos los nombres de los que se enfrentarán entre sí en las primarias del 4 de mayo para suceder a Revilla como cabeza de cartel electoral en 2027. Ese día sí podrán votar los 8.000 afiliados regionalistas en otra tarde-noche de sustos en el PRC. Y es que las elecciones internas en un partido, sobre todo si son las primeras, como en este caso, son un recuerdo para toda la vida. Aprovechando que en los próximos días se sentarán a ver cómo va el cumplimiento del pacto presupuestario, los regionalistas pueden preguntar al PP por el Congreso de 2017 y la Yenca que bailaron sobre la bocina Evaristo Domínguez (Meruelo) y Roberto Media, ahora consejero de Fomento, con su voto. O las conversiones casi milagrosas que se producen en las filas de su exsocio de Gobierno, el PSOE, cuando hay urnas (y cargos) por medio. Las primarias son un sistema de democracia interna loable, pero las carga el diablo.
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