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Está circulando estos días por las redes sociales un informe técnico, con el sello de la Universidad de Almería, que concluye que la vacuna de Pfizer contra el coronavirus contiene grafeno. Literalmente, el titular en algunos foros es: «Están envenenando a la población con óxido ... de grafeno».
La Universidad de Almería, por su parte, ha publicado un comunicado en el que remarcan que se trata de «un informe no oficial de un profesor de la universidad sobre un análisis de una muestra de origen desconocido con ausencia total de trazabilidad», informe que la universidad ni suscribe ni comparte.
Así que, para comenzar, nos encontramos con un estudio que no es un informe oficial de la universidad, que no ha sido publicado en ninguna revista científica, ni se ha sometido a revisión por pares. Lo único positivo es que el informe es accesible en la red y hemos podido leerlo.
Curiosamente, y a pesar de los titulares que suelen acompañar a la publicación de este informe, lo que dice el autor del mismo es que «el estudio microscópico de la muestra aporta sólidas evidencias de presencia probable de derivados de grafeno, si bien la microscopía no proporciona una prueba concluyente».
O sea, que pasamos de un envenenamiento consumado a una presencia probable sin pruebas concluyentes, solo con leer el propio informe en el que se basan quienes lanzan esas graves afirmaciones.
Y, además, el informe reconoce lo mismo que alega la propia universidad, que tanto el origen como el método de obtención de la muestra se desconocen.
Es un hecho que ni el grafeno ni el óxido de grafeno están entre los componentes de las vacunas aprobadas por la Agencia Europea del Medicamento, tampoco en las del coronavirus. Es cierto que el grafeno es uno de los supermateriales más de moda y que su uso médico está siendo investigado. Los nanomateriales de grafeno y sus derivados, como el óxido de grafeno, tienen la capacidad de conjugarse con medicamentos y otras moléculas en su superficie, lo que puede servir como punto de partida para desarrollar plataformas biomédicas basadas en estos materiales. Se está investigando con ellos en nuevas inmunoterapias, también como portadores de vacunas y nanoadyuvantes que mejoran la función del fármaco y la especificidad sobre el objetivo de interés. Sin embargo, todavía se están estudiando las interacciones entre el óxido de grafeno y los distintos tipos celulares de nuestro sistema inmunitario, y buscando la manera de mejorar la biocompatibilidad de estos materiales.
Ya se han vacunado muchos millones de personas en todo el mundo, resulta lógico pensar que, si hubiera un envenenamiento masivo, alguien se habría dado cuenta, además de los conspiranoicos. Las vacunas son, desde hace mucho tiempo, nuestra mejor herramienta para luchar contra las enfermedades, incluido el covid. Si queremos recuperar la vida que llevábamos antes de la pandemia será mejor vacunarnos todos.
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