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Cada septiembre, con la apertura del periodo de sesiones regresa el alboroto a los pasillos del Parlamento de Cantabria tras ese tiempo de verano que los diputados y diputadas dedican, sobre todo, al trabajo en sus grupos parlamentarios y a la representación institucional en los ... numerosos eventos y compromisos tradicionales, por todo Cantabria, en estas fechas, aunque los dos últimos veranos han sido menos, debido a la pandemia de covid.
Este año se ha adelantado el calendario de inicio a mañana, lunes 13 de septiembre, antes de la celebración de la Bien Aparecida como hasta ahora era costumbre. Aunque los Plenos son solo una parte importante de la actividad parlamentaria. Durante este mes de julio se ha trabajado en las enmiendas parciales a la futura Ley de Memoria Histórica y Democrática de Cantabria que continúa su tramitación y podría estar aprobada en noviembre. Uno de los retos más inminentes del periodo de sesiones, junto con la tramitación de los Presupuestos Generales de Cantabria que, como es habitual, se aprobarán a final de año.
El Parlamento trabaja a pleno rendimiento y esperamos poder reanudar también -con más intensidad- la actividad cultural, muy menguada por las restricciones de aforo de la pandemia, lo que ha obligado a hacer actos en formato más reducido.
Durante este periodo de sesiones se producirá una circunstancia singular porque se cumplen 40 años de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cantabria. Un aniversario que merece conmemorarse para no olvidar el trascendental papel de la ciudadanía, de la sociedad civil, en la constitución de nuestra comunidad, y para reivindicar nuestra identidad como pueblo.
Las instituciones garantizan nuestra democracia. Sin ellas, sin un Parlamento que represente a los ciudadanos -elegido por ellos-, sin un Parlamento que elija al presidente del Gobierno y que controle su gestión, no se puede forjar una democracia, no se puede mantener un estado de derecho. La Cámara aprueba las leyes, que es una función esencial.
Para valorar nuestras instituciones y para poder preservarlas es fundamental que se conozcan, que los ciudadanos y ciudadanas sepan lo que se hace en el Parlamento de Cantabria, que se acerquen a la institución. Nos parece que es algo que nunca nos va a ser arrebatado. Pero la historia demuestra que las sociedades viven en permanente cambio y que la libertad y la democracia son conquistas que hay que defender todos los días, aunque ya estén completamente asentadas en nuestra sociedad.
Por tanto, ahora que Cantabria cumple cuarenta años es -también y siempre- el momento de defender las instituciones que son la garantía de nuestra democracia y de nuestra autonomía. Quienes estamos al frente de ellas, por nuestra parte, tenemos que custodiar su prestigio ejerciendo nuestras responsabilidades con rigor y ética.
Los diputados y diputadas vienen a esta Cámara a proponer iniciativas y a controlar al Gobierno, fundamentalmente. Pero el Parlamento ha de ser un foro de reflexión y diálogo en el que los debates se sucedan con educación y cordialidad. Los diputados y diputadas tenemos la responsabilidad de cuidar el tono de los debates y de hablar de asuntos que interesen a los ciudadanos, no caer en la tentación de utilizar el hemiciclo solo para hacer política contra el adversario. La situación de España y de Cantabria exige concordia y grandes consensos. El Parlamento de Cantabria, en los peores tiempos de la pandemia, ha sido capaz de construirlos, de constituir una Comisión Covid que rubricó algunas resoluciones para reforzar y controlar la gestión del Gobierno.
Los miembros del Ejecutivo -por su parte- también deben colaborar con diligencia y honestidad compareciendo cuando sea necesario ante la Cámara y proporcionando información sobre su gestión cuando esta sea requerida.
Los ciudadanos y ciudadanas están hartos de descalificaciones entre partidos políticos que no solucionan nada, que no llegan al corazón de los problemas de la gente.
Por todo ello, el Parlamento de Cantabria, a través de los diputados y diputadas que hoy le constituimos y representamos, tiene que estar en la calle, escuchando a las personas y resolviendo sus necesidades: el precio de la luz, el empleo, la vivienda, la educación y la sanidad, entre otras cuestiones.
En el horizonte de este nuevo curso político urge apoyar a los trabajadores, a los negocios y empresas que tanto están sufriendo en la pandemia y resolver la situación de los más necesitados. El Parlamento ha de ser su voz y estar a la altura para alumbrar soluciones de la mano de grandes consensos políticos.
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