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Sí, efectivamente, 'a grandes males, grandes remedios'. Es lo que aconseja la sabiduría popular, y así lo indica el sentido común. Sin embargo, parece que los principales responsables de buscar soluciones o no se enteran, o son inútiles, o les preocupan otros asuntos: sus asuntos. ... Me estoy refiriendo a tres grandes problemas que tenemos encima de la mesa, específicamente: la situación económica, la crisis medioambiental y la vertebración territorial. Asuntos que están relacionados estrechamente con otros retos muy importantes: el gobierno de España y el funcionamiento de las instituciones, la inserción laboral y social de las nuevas generaciones, las pensiones, la inmigración, las desigualdades sociales…
Comienzo por lo más próximo: la crisis industrial de Cantabria. Hace unos días El Diario Montañés publicó un magnífico reportaje con el título 'La tormenta perfecta en la industria cántabra'. El documento, redactado por Jesús Lastra, citaba una larga lista de empresas afectadas: Global Steel Wire, SEG Automotive, Ferroatlántica, Sniace, Forgings & Castings, Mecanor, Solvay, Nissan, Roper, Troquelmainn XXI, BSH, Saint Gobain PAM. La lista y los datos apabullan –detrás de los datos hay personas que lo están pasando muy mal; vemos el rostro de conocidos que están sufriendo el desempleo: ayer el padre de una alumna, antes de ayer un familiar…–. Es sabido: la crisis de un sector clave en la región repercute en otros ámbitos económicos y, en general, en toda la sociedad. La lógica sistémica es rotunda: el desempleado en la industria se ve obligado a reducir su consumo; por tanto, afecta al comercio, la hostelería, la construcción… Y la falta de circulación económica lleva a más paro. Por otra parte, como sabemos, el sector ganadero hace mucho tiempo que no va bien, y sería ingenuo pensar que Cantabria va a vivir del sector turístico.
Recientemente, varios medios de comunicación me han preguntado por el descenso de la natalidad y por las dificultades que tienen los jóvenes para emanciparse. La respuesta es clara: si un joven carece de empleo o tiene un trabajo precario o inestable, ¿cómo va a poder independizarse?, ¿cómo va a iniciar un proyecto de vida familiar?, ¿cómo va a pensar en tener hijos? La ausencia de oportunidades laborales provoca que un sector de la juventud tome la decisión de emigrar; que otros permanezcan en casa de sus padres posponiendo la boda, los hijos, el proyecto familiar. Otros están obligados a ser eternos estudiantes: compartir piso, sobrevivir con trabajos esporádicos y con alguna ayuda económica de sus padres, y siempre con la maleta preparada por si hay que regresar al refugio de la casa familiar. Las consecuencias sociales de esta situación son graves y diversas: envejecimiento de la población, desperdicio de capital humano, frustración de los jóvenes, escepticismo respecto al sistema, desafección de las instituciones. El 'ascensor social' no funciona si no hay una correcta integración social, si las nuevas generaciones no se incorporan de forma armónica al sistema social. El problema es serio.
Muchos coinciden en que las conclusiones de la Cumbre del Clima han sido muy pobres. La líder juvenil Greta Thunberg acusó a los líderes políticos de «falsa acción», de «contabilidad creativa y propaganda». El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha dicho: «Estoy decepcionado con los resultados de la COP25». Una vez más las decisiones de los líderes políticos no responden a los problemas y deseos de los ciudadanos, ni a los datos de los científicos, ni a las declaraciones de los intelectuales. ¡Cómo para no entender la creciente desafección política de la población!
Y continuamos sin gobierno (y con mil problemas que no se abordan). En mi entorno escucho tres tipos de comentarios, ninguno positivo: unos muestran hartazgo, rabia, frustración; otros indican preocupación y, por otro lado, muchos manifiestan su desconfianza ante los discursos y las actuaciones de los partidos políticos.
Obviamente, no tengo las soluciones a los importantes retos que he mencionado. Solo se me ocurren algunas sencillas reflexiones. Lo dice la lógica: a los problemas hay que responder con acciones. Y la secuencia se ha repetido: A: Tener conciencia del problema-dificultad. B: Analizarlo con rigor. C: Evaluar alternativas. D: Buscar apoyos y recursos. E: Planificar. F: Actuar. G: Evaluar.
Con consenso, con acuerdos, sumando esfuerzos (aprovechando las «sinergias») es posible hacer frente a las dificultades con más garantía de éxito. Sí, estoy aludiendo a 'Pactos de Estado', a 'Pactos de Región', a grandes acuerdos para hacer frente a los problemas más serios.
La participación social, escuchar las diversas voces y alternativas de los distintos actores e intereses es un requisito democrático, pero, además, con ello se logra que las medidas que se adopten sean más aceptadas, que la participación se incremente y que las resistencias disminuyan. Sí, me refiero a más cooperación entre instituciones políticas, universidad, colegios profesionales, sindicatos, asociaciones ciudadanas…
Ante las graves dificultades mencionadas observo que las respuestas son muy tímidas, lentas, de poca altura, fragmentarias; son, en definitiva, de 'vuelo gallináceo'. Escucho demasiadas palabras huecas de los representantes políticos; con frecuencia compruebo que su alternativa es decir que el culpable es el otro partido político. Sí, tengo la impresión de que en el grupo de los que están al frente de las instituciones públicas y privadas, hay bastantes que son inútiles y otros que son egoístas. ¡Ojalá esté equivocado!
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