En defensa del entorno de la torre de los Bustamante

La torre se hizo vividora con la construcción, entre los siglos XVII y XVIII, de un palacio que la pinza en forma de U con una singular fachada de seis arcos bajo una solana corrida y con el escudo de los Bustamante. Una capilla con la advocación de San Bartolomé, un molino maquilero, una ferrería y una central hidroeléctrica, en uso actualmente, dispuestos sobre un canal que conduce las aguas del rio, y edificios de labor, además de una yeguada ecológica, sostenible y modélica, referencia en el mundo del caballo, completan la unidad de explotación en un terreno cercado con tapia y portalada.

Solo es posible entender este singular conjunto en relación con el territorio rivereño en el que se asienta, pues la economía de esos siglos se basaba en el autoabastecimiento y todos y cada uno de los elementos del conjunto, componen la Unidad de Explotación que provee de cuanto la familia y sus pobladores necesitaban. Es una fortuna que este conjunto, modelo de una forma de vida pasada, aún perviva. Ello ha sido posible porque aún se mantiene en uso, sólo se conserva el patrimonio que mantiene su función.

El Palacio y Torre de Bustamante fue declarado monumento histórico-artístico según Real Decreto 3032/1982, y actualmente es BIC, pero este edificio no se entendería sin el entorno que permite su adecuada interpretación y percepción. Por ello, para asegurar su protección, la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria ha iniciado expediente de Declaración de Entorno de Protección, lo que afecta a la Torre de Villanueva, la estación de ferrocarril de Santa Isabel, el puente de Santa Isabel, el Azud de Camarao y el canal, así como los muros de la carretera a Villapresente, si bien algunos colindantes protestan pues consideran que condicionará el futuro de sus 'praos', pues subyace la esperanza de convertirlos en solares.

Sin embargo, la Confederación Hidrográfica del Cantábrico debido a la extinción de la concesión de aprovechamiento del Dominio Público Hidráulico (DPH), exige desde diciembre de 2023 la demolición de las infraestructuras que conforman la central hidroeléctrica Hojamarta con sus equipos y maquinaria, el azud en el río Saja, el canal de derivación de 167 m. de longitud, el canal de restitución, los accesos y pasarela, las defensas y los muros, lo que conllevaría la pérdida de un importante patrimonio cultural, histórico y etnográfico vinculado a la torre y a su forma de explotación autónoma.

Dos administraciones, ambas sufragadas por los ciudadanos, para darnos servicio y arbitrar la convivencia, con objetivos opuestos. La Consejería de Cultura defiende el Patrimonio cultural mientras que el Ministerio de Medio Ambiente, de quien depende la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, se empeña en demoler indiscriminadamente todos los elementos hidráulicos para volver el río a un supuesto estado natural. El dogma contra la razón.

El conjunto de ingenios hidráulicos de la Torre de los Bustamante ha funcionado siempre devolviendo el agua al río y por su pequeña escala en nada parece entorpecer su vida natural. Sin embargo, el Ministerio de Medio Ambiente pretende imponer su criterio sin atender a otras sensibilidades. Los ríos están llenos de historia, tradiciones, oficios, etc., y la memoria acompaña el curso de sus aguas. ¿Serán nuestros técnicos capaces de congeniar ambos valores para que sigamos disfrutándolos? Los ríos han sido parte fundamental de la economía y de la cultura de las sociedades, y el Patrimonio Hidráulico es parte de nuestra identidad, pues hemos incorporado la naturaleza a nuestra historia.

La Torre medieval de los Bustamante incluye un conjunto único del aprovechamiento histórico de los recursos naturales, con todas sus arquitecturas, ingenios hidráulicos, explotación agraria y de ganadería caballar, que conforma un respetuoso ejemplo de convivencia con el medio natural a lo largo de casi nueve siglos, y de conservación del Patrimonio cultural. Muchos son los personajes históricos del linaje Bustamante: el caballero Juan Sánchez Bustamante, herido en la guerra de Granada con Martín Vázquez de Acuña 'el Doncel de Sigüenza', que murió en 1492 cuando volvía a Quijas; Francisco Alsedo y Bustamante, marino que en 1805 dio la vida en la batalla de Trafalgar al mando del navío de 78 'El Montañés'.

Nada contribuye más y mejor a afianzar la identidad cultural de un pueblo que respetar y fortalecer el patrimonio en que se apoya su memoria colectiva, y que además es un derecho ciudadano recogido en la Constitución Española de 1978, en la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985 y en la Ley de Patrimonio Cultural de Cantabria de 1998.

Desde el conocimiento, la sociedad civil aspira a que se respeten estos derechos y confía en que nuestras administraciones sean sensibles y acuerden sus criterios para que el bien colectivo prevalezca, e interpreten a su favor las diferentes normas.

Firman este artículo: Esperanza Botella, Aurelio González-Riancho, Celestina Losada, Miguel de la Fuente, Domingo de la Lastra, José Manuel Pastor, Rosa Argos, Celestina Losada, José M. Cubría, Alberto G. Hoyos, Luisa Ruiz, Rosa Coterillo, Angelines Basagoiti, Mina Moro, Claudio Planás, María José Trimalllez, Joaquín Mantilla, Ana de la Lastra, Carol Echavarri, Paloma Sánchez, Esther Sainz-Pardo, Digna Fernández, Clemente Lomba, Luis Villegas, Montse Martin-Saiz, Manuel G. Alonso, Ignacio Lombillo, María García-Guinea, Juantxu Bazan y Orestes Cendrero.