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Como en tantas ocasiones, nuestro paisaje natural, identitario y cultural, se vio embellecido con un elemento vegetal, arbóreo, claramente identificativo del contexto histórico. Las palmeras ... vinieron desde muy lejos hace ya más de cinco siglos y hoy están plenamente integradas en nuestro paisaje, ocupando un espacio singular entre robles y encinas, castaños y nogales. Identifican un lugar habitado, con una historia detrás y un relato de ultramar en la mayoría de las ocasiones. Suelen dar entrada a hermosos jardines y antiguos solares edificados por aquellos indianos que emigraron en busca de una vida mejor y que, tras conseguir aquel sueño, regresaron o enviaron los caudales necesarios para mejorar su lugar de origen, construir su nueva casa o mejorar la que siempre tuvieron, al tiempo que pagaban traídas de aguas, puentes y carreteras, vías férreas, escuelas, hospitales, asilos, fuentes y el jardín con sus palmeras se convirtió en su seña de identidad.
Estamos asistiendo a su probable desaparición, infectados por el picudo rojo, 'Rhynchophorus ferrugineus', que invade la España palmerífera y ha colonizado el norte, infectando las palmeras canarias y las datileras.
La infección es muy rápida. Cada hembra pone alrededor de 500 huevos que tardan entre uno y seis días en eclosionar. Estas larvas se alimentan de las partes blandas, es decir de la zona de crecimiento de la palmera y el tronco, horadan túneles con sus potentes mandíbulas y dejan también excrementos cuyo olor alerta a detectores olfativos, como son los perros entrenados. Vivirán hasta 90 días y al final regresan a la periferia de la palmera para situarse bajo los peciolos y envolverse en un capullo fibroso donde puparán por un periodo de entre dos semanas y dos meses completando su metamorfosis y dando origen a un nuevo adulto de escarabajo que repetirá el ciclo en palmeras vecinas, atraído por su olor. Ese ciclo vital dura aproximadamente 200 días y su mayor actividad se produce con las altas temperaturas.
Los signos iniciales de la infección suelen ser sutiles, poco a poco las palmeras se aplanan; las ramas cambian de coloración, caen tomando el aspecto de un paraguas, y se van perdiendo; finalmente, queda un tronco infectado que actúa como foco transmisor y corre también el riesgo de derrumbe incontrolado. Llegados a este punto, el propietario está obligado a talar la palmera, con un elevado coste, con el riesgo añadido de infectar otras palm eras vecinas que pueden estar siendo cuidadas por sus dueños. Si lo anterior no es suficiente, la norma de valoración económica de árboles, palmeras y arbustos ornamentales comúnmente aceptada, Norma Granada, elaborada por la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos, cuantifica el valor dinerario de estas palmeras, no sustituibles, en decenas de miles de euros.
Hay palmeras enfermas en toda Cantabria, principalmente en la costa, plaga que alcanza más de 50 kilómetros al interior. La ciudad de Santander está contaminada; podemos ver ejemplares enfermos en diferentes jardines del Sardinero; en Polanco, una de las dos palmeras de la casa de José Mª Pereda, está infectada y amenaza a la segunda; Medio Cudeyo devastado… Cualquier ojo observador puede darse cuenta del grave problema.
La Ley 43/2002 de 20 de noviembre de Sanidad Vegetal establece la normativa básica y de coordinación de las Administraciones Públicas en materia de sanidad vegetal para impedir la introducción y extensión de plagas, haciendo incluso declaración oficial de su existencia y tomando medidas para su erradicación.
Se infiere la urgente necesidad, antes de la llegada del calor, de establecer una política común de prevención y tratamiento, como ya se hizo con éxito en 2022, resucitando al equipo profesional que protocolice el control de la epidemia desde las Administraciones. La lucha contra la avispa asiática demostró que la toma de conciencia y coordinación entre las distintas Administraciones y la sociedad dio buenos resultados. Pedimos, por tanto, que las Administraciones actúen pronto contra el picudo rojo.
Prevenir, revertiría la tendencia. Inspección y tratamiento específico de limpieza serían eficaces, como ya se ha hecho en otras ciudades, Elche es el mejor ejemplo. En casos graves se requiere la tala por especialistas, con severo control para evitar la expansión de larvas, evitando los traslados. Se deduce la necesidad de arbitrar espacios específicos para incinerar y enterrar los restos.
Desde Grupo Alceda, conscientes de la realidad y de la necesidad de actuar con urgencia, queremos llevar el mensaje a los ciudadanos y a las Administraciones para que se actúe advirtiendo que el no hacer nada puede ser dramático. La subida de temperatura a partir de marzo supondrá el inicio de los vuelos de adultos que pueden desplazarse cientos de metros para atacar nuevas palmeras; esto significará que, en el próximo otoño 2025, nos encontraremos en Santander, por citar un ejemplo, con los Jardines de Pereda, Paseo de Reina Victoria, el Sardinero y el Parque de Mataleñas con numerosas palmeras con más de cien años de historia, infectadas. No podemos quedarnos impasibles ante tal pérdida que afectará al paisaje, al medio ambiente, al patrimonio cultural y a nuestra identidad.
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