Guapos y guapas

Servidor, que en una reunión de alto 'standing' fui testigo del improcedente gesto de presentar a la alcaldesa de Piélagos, Verónica Samperio, como «la alcaldesa más guapa de Cantabria», tuve que reconocer que aquel maleducado tenía más razón que un santo. Claro que hubo sus discrepancias, porque Gema Igual, la santanderina, es mucha Gema Igual, y hasta se coló en el debate la regidora de Polanco, Rosa Díaz, aunque después de valorar las fotos en nuestros teléfonos inteligentes, la Samperio se alzó con el título con el acompañamiento de dulces comentarios hacia otras autoridades femeninas, como el desparpajo de la consejera de Presidencia, Paula Fernández; los rizos de la delegada del Gobierno, Ainoa Quiñones, la sonrisa inigualable de la directora general de Turismo, Marta Barca, y otras menciones foráneas, como las tres íes de Inés Arrimadas, Isabel Díaz Ayuso e Irene Montero.

También hubo para los hombres. Se añoró el elegante porte del primer presidente de Cantabria, José Antonio Rodríguez, y el atractivo del exministro Íñigo de la Serna. Hoy nos quedan los modelos del vicepresidente, Pablo Zuloaga, y el encanto de Felipe Piña, director general de Transportes, que con su voz y su guitarra no tiene rival.

Reconociendo que la guapura favorece las posibilidades electorales con carteles como el de los labios de Felipe González o el despelote de Albert Rivera, no hubo dudas en señalar como más guapo presidente del Gobierno de España a Pedro Sánchez, y por unanimidad, también el más petardo de todos ellos. Así que, cuidado con los guapos.