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El próximo 8 de marzo, martes, se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de los Derechos de las Mujeres y las Niñas, es decir, de más de la mitad de la humanidad. Pues bien, el martes volveremos a salir a las calles pero ... esta vez un motivo se alza por encima de todos los demás: ¡No a la guerra! Ni esta, ni ninguna otra.
Las guerras las deciden quienes luego no van a combatir. Son otros, hombres y mujeres, los que se verán abocados a luchar, a resistir, a morir, a perder a seres queridos, a ver como toda su vida se desmorona, a convertirse en personas refugiadas... Y las mujeres ucranianas volverán a ser las responsables de sostener la vida y los cuidados, al tiempo que ven morir a hijas e hijos: el mayor de los dolores.
Parecen ya lejanos esos meses de marzo en los que salíamos a las calles a festejar, contentas de nuestros logros, el Día Internacional de las Mujeres. Este 8 de marzo de 2022 no será solo un día de celebración, será un día en el que expresaremos nuestro total rechazo a la invasión de Ucrania por el autócrata Putin y reivindicaremos contundencia en las medidas de presión sobre el régimen ruso y sus oligarcas para conseguir el cese de la guerra y la retirada de las tropas rusas, así como ayuda humanitaria al país y apoyo a todas las personas que están saliendo de Ucrania. Estamos con la ciudadanía ucraniana que está defendiendo su país, con la población rusa que se avergüenza de esta invasión y se enfrentan a la represión manifestándose en las calles por la paz.
Pero no queremos que este acontecimiento dramático nos impida valorar lo conseguido en el reconocimiento de derechos de las mujeres en nuestro país.
Por eso, el 8M celebraremos la Ley de la Reforma Laboral, que convertirá en habitual el contrato indefinido; la subida del SMI y la revalorización de las pensiones, que benefician especialmente a las mujeres por nuestros precarios salarios y bajas pensiones; la ley de eutanasia que reconoce el derecho a una muerte digna; la mayor protección a las mujeres, hijos e hijas contra las violencia machistas; el proyecto de Ley de Libertad Sexual basada en el consentimiento expreso y no en el silencio aterrado o en el estado inconsciente; el proyecto de reforma de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción voluntaria del embarazo, etc. Y cuanto antes el reconocimiento del derecho al paro de las empleadas de hogar.
Pero que nuestras vidas hayan mejorado no nos hace quedarnos en nuestros hogares, aquel mandato cuasi divino. Por el contrario, seguimos reivindicando derechos que no solo mejorarán nuestras vidas sino las de los compañeros hombres, las personas mayores, la infancia. Porque ninguna reivindicación feminista pretende eliminar derechos de otros.
Así que seguimos peleando por nuestros derechos: contra la desigualdad económica que supone una brecha salarial con remuneraciones de las mujeres aproximadamente un 20% inferiores y que de no existir, supondría un aumento del PIB del 18,5% y una mejora de la economía nacional al sumar 230.847 millones de euros. Al ritmo actual, esta brecha salarial de género en España no se cerrará hasta 2055. Y que las mujeres sean pobres significa que lo son sus familias. Reivindicamos, por tanto, políticas públicas y todas las ayudas posibles -incluyendo los Fondos Europeos-, contra la pobreza, contra la desigualdad, contra las violencias machistas, para la reparación de las víctimas y sus hijas e hijos igualmente víctimas, contra la trata de mujeres y niñas, para fomentar la conciliación y la corresponsabilidad familiar de mujeres y hombres en los cuidados.
Necesitamos educación sexual desde la infancia y adolescencia, un claro apoyo a la maternidad deseada, visibilizar y prevenir la violencia obstétrica, blindar los derechos sexuales y reproductivos, acceso universal a los métodos anticonceptivos, derecho efectivo en la sanidad pública a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) también para las mujeres inmigrantes, medidas contra el acoso a las clínicas concertadas que practican la IVE y a las mujeres que eligen interrumpir sus embarazos, acoso que se promueve desde organizaciones políticas y religiosas extremistas.
Por todas estas razones (no pocas) llamamos a la sociedad de Santander y Cantabria a que se manifiesten con nosotras a las 19.00 horas desde Puertochico a la Plaza del Ayuntamiento. Ni guerra que nos mate, ni paz que nos oprima ¡Acude!
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