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Intercambio regularmente con una amiga riojana, Ángeles, sugerencias literarias y comentarios sobre algunos libros. Esta vez me envía un fragmento que ha traducido de Tucídides ... del que quiero hacerles partícipes.
En Corrupción de las costumbres por la guerra, el historiador griego escribe: «Se produjeron muchos horrores en las ciudades durante la guerra civil, horrores que se dan y se darán siempre mientras sea la misma naturaleza humana... ya que en la paz y las circunstancias favorables, tanto ciudades como ciudadanos tienen mejor discernimiento por no estar sometidos al apremio de la necesidad; pero la guerra, al suprimir el bienestar cotidiano, resulta ser maestra de violencia... También modificaron la habitual denominación de los hechos. Así, la audacia irreflexiva fue considerada entrega solidaria, y, en cambio, la calma prudente, cobardía interesada, la sensatez, máscara de cobarde, y la reflexión en toda ocasión, irresolución para todo. La precipitación desconcertante fue tenida por cualidad viril y el pensar en la seguridad, pretexto para desertar».
El texto pertenece a Historia de la guerra del Peloponeso, referida al enfrentamiento entre Esparta y Atenas. Creo que a usted, lector, no le resultará difícil encontrar paralelismos con diferentes escenarios recientes, incluso del momento actual. En 1971 Aguaviva cantaba un poema adaptado de Brecht: «La guerra que vendrá, no es la primera, / hubo otras guerras. / Al final de la última quedaron vencedores y vencidos. / Entre los vencidos el pueblo llano pasaba hambre. / Entre los vencedores el pueblo llano la pasó también».
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