España ha sido, durante décadas, uno de los destinos turísticos más populares del mundo. Con sus playas soleadas, rica historia y vibrante cultura, ha atraído a millones de visitantes en las últimas décadas. Sin embargo, esta condición de destino consolidado no está exenta de peligros. ... Mientras tanto, otros destinos en el mapa turístico como la emergente Azerbaiyán, sede estos días de la vigesimonovena cumbre mundial del clima, parecen estar aprendiendo de los errores cometidos por las grandes potencias.
El dilema de la masificación
Uno de los principales problemas que enfrenta España es el turismo de masas.
Ciudades como Barcelona y zonas costeras como las Islas Baleares han visto cómo su infraestructura y recursos naturales se ven sobrecargados por la afluencia constante de viajeros. Esta saturación no solo degrada el medio ambiente, sino que también ha generado tensiones en las comunidades locales, elevando los precios de bienes y servicios y fomentando un creciente sentimiento antiturista entre sus vecinos.
La dependencia económica de España en el turismo es significativa –representa aproximadamente el 12% del PIB del país–, lo puede convertirse en un arma de doble filo. Durante la pandemia de la covid, España sufrió enormemente debido al descenso drástico en el número de visitantes, lo que puso de manifiesto la necesidad de diversificar el tejido económico. Y la emergencia climática agrava estos desafíos.
Los últimos informes de la ONU han advertido de que España se verá cada vez más afectada por olas de calor frecuentes e intensas, lo que no solo afectará la calidad de vida de los residentes sino que podría disuadir a los turistas, quienes pueden buscar otras meteorologías más llevaderas en otros destinos. Además, el aumento del nivel del mar amenaza infraestructuras turísticas clave en las zonas costeras. La sostenibilidad no es solo deseable; se está convirtiendo en una necesidad vital para la viabilidad a largo plazo del turismo en España.
Un enfoque equilibrado y sostenible
En contraste, Azerbaiyán ha adoptado un enfoque más cauteloso y sostenible a medida que ingresa al radar turístico global. Conocido por su rica cultura milenaria, paisajes asombrosos y la moderna capital de Bakú, el país está desarrollando su industria turística con un énfasis en la calidad sobre la cantidad. A diferencia de España, la economía de Azerbaiyán es menos dependiente del turismo, lo que le permite tomar decisiones más estratégicas y sostenibles en torno a su desarrollo.
El gobierno azerí de Azerbaiyán invierte en iniciativas que fomentan el turismo responsable. Esto incluye la regulación de flujos turísticos para proteger su patrimonio cultural y natural, y la promoción de experiencias auténticas que benefician tanto a los visitantes como a las comunidades locales. Este enfoque no solo ha ayudado a preservar la integridad cultural y ambiental del país, sino que también ha generado un crecimiento económico sostenido en el tiempo. La industria turística en Azerbaiyán es vista como un complemento a su amplia base económica, que incluye recursos energéticos y agricultura, diversificando su economía y mitigando riesgos.
Lecciones para el futuro
Aunque a simple vista los destinos turísticos de España y Azerbaiyán están en etapas muy diferentes de desarrollo, las lecciones que uno puede aprender del otro son valiosas. España podría inspirarse en el enfoque comedido y consciente de Azerbaiyán para preservar su atractivo a largo plazo y generar un impacto más positivo en la vida de sus residentes. La gestión cuidadosa del flujo turístico y el enfoque en la sostenibilidad son cruciales para evitar los efectos adversos del turismo de masas.
Por su parte, Azerbaiyán puede aprender de los excesos en España para planificar un crecimiento sostenible que no comprometa su rica herencia cultural y sus paisajes naturales. Al equilibrar la promoción de su destino con la protección de sus recursos, el país podría volverse un modelo de turismo responsable para otras naciones emergentes.
A medida que el turismo continúa evolucionando en un mundo cada vez más globalizado, el equilibrio entre progreso económico y sostenibilidad será vital. Solo así se asegurará un futuro donde los destinos sean disfrutados, sin sacrificar lo que los hace únicos. Es esencial repensar el enfoque hacia un modelo de turismo más equilibrado, que sitúe en primer plano no solo la prosperidad económica, sino también el bienestar ambiental y social de los destinos.
Mientras España navega sus desafíos actuales, le convendría observar de cerca el camino elegido por otros destinos y aprender lecciones valiosas en la búsqueda de un turismo que sea igual de satisfactorio y enriquecedor para los viajeros y para aquellos que llaman a estos destinos su hogar.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.