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El idioma es común a todos, el español, pero la rica variedad lingüística de comunidades y países es la causa de que a las mismas cosas les demos nombres diferentes o que los mismos nombres se refieran a cosas distintas. En el ámbito más próximo, ... a ningún santanderino le resultan extrañas expresiones como pindio, cole, chonera, mediano, churrar o morrina, pero hay que explicarle al visitante que estamos hablando de una pendiente de desnivel pronunciado, un chapuzón en la mar, el lugar donde se guardan los cerdos, un café a medio camino entre cortado y con leche, orinar y lluvia fina, también llamada calabobos. Las voces autóctonas se van perdiendo, aunque cualquiera comprende en Santander y en Cantabria la traducción de hurria, cascarria, sula, atropar, chaparrudo, machinero, bardal, palear, rabas, ir a cuchos, trola, tarín, sincio, dar una estiba, pichi, palas, lumia, mule, birle o rutón.
Además del Santander local y de la entidad bancaria, el Santander mejor conocido en el mundo, existe uno, chicuco y turístico, que pertenece a la provincia filipina de Cebú. Otros dos, los más grandes, son extensas regiones de Colombia. El departamento de Santander, cuya capital es Bucaramanga, cuenta con 87 municipios, y Norte de Santander, con Cúcuta como urbe principal, engloba a 40. Entre ambos forman los Santanderes o el Gran Santander, con unos 3,7 millones de habitantes y una superficie de 52.185 kilómetros cuadrados, similar a la suma de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco. El nombre de Santander no procede de nuestra ciudad sino del héroe de la independencia Francisco José de Paula Santander, quien presidió la nación en las frecuentes ausencias de Simón Bolívar. El último ascendiente del general Santander nacido en España fue Francisco Martínez de Ribamontán Santander, padre de su tatarabuelo.
La conversación entre un santanderino y un santandereano o nortesantandereano, es probable que no lleve a ningún lado si cada uno de ellos utiliza su jerga particular, porque también los santandereanos poseen un vocabulario fuerte y único, distinto al del resto de colombianos en muchas de sus palabras. Si te dicen que «está arrecha la joda» o «me está mamando gallo» señalan que «el asunto está complicado» y «me está usted tomando el pelo». No mejorará el entendimiento con lámpara (presumido), paila (fracaso), cotizas (alpargatas), nono (abuelo), pingo (tonto), paja (mentira), jincho (borracho), cacho (teléfono), carilargo (triste), pipona (embarazada), trastiarse (cambiar de casa), coñazo (puñetazo) o conchudo (sinvergüenza). Los santandereanos tienen un diccionario propio y mantienen focos muy activos en las redes sociales para preservar y dar a conocer su peculiar léxico.
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