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Estadísticas fiables sitúan a nuestra región a la cabeza de algo: somos primeros en agresiones a los médicos (*) ¿Esto quiere decir que los habitantes de nuestra tierra son de peor condición y que el salvajismo es una característica propia del montañés? Yo creo que no. Y me parece que hay una causa fundamental para este liderazgo en la criminalidad contra el médico, que está en otro sitio. Pero hay que explicarla un poco.
Podemos observar primero cómo la sanidad de Cantabria ha perdido las posiciones de ventaja que tenía respecto a las demás regiones, o la devaluación comparativa de su principal hospital. Y será razonable inferir que el Gobierno regional no está resultando muy benéfico para gestionar el ámbito sanitario. Mas aún cuando son ingentes las pruebas de que hay una abrasiva incompetencia en los 'dirigentes' que se ocupan de la sanidad regional.
Aunque resulta irónico utilizar la palabra 'dirigir' cuando hablamos de la Consejería de Sanidad de Cantabria, descompuesto guirigay que se precipita en la anarquía. Ni siquiera los expertos en teoría del caos pueden interpretar los constantes ceses, dimisiones y condenas judiciales por corrupción de gestores, en la Consejería y en el Servicio Cántabro de Salud.
Un sistema en descomposición, que sufren los ciudadanos, pero por el que han de dar la cara los médicos cada día, es terreno propicio para barbaridades como la proliferación de agresiones a los profesionales. Pero hablar de incompetencia destructiva, de caos... ¿No estaremos exagerando?
Para ilustrar lo certero que resulta atribuir una causalidad de las agresiones a los nefastos gerifaltes que padecemos, relato a continuación un suceso reciente. Una historia en la que, desde la distancia, se advierte un tono de comedia que deriva hacia el esperpento, hasta que reparamos que realmente se trata de una tragedia. De nuestra tragedia.
Recientemente, un médico, compañero nuestro, sufrió una brutal agresión que le causó graves fracturas en la cara y la pérdida de un ojo. Inmediata y espontáneamente sus compañeros convocamos concentraciones. Y nos manifestamos en la puerta de los centros sanitarios para expresar nuestra indignación por la total ausencia de prevención, y para exigir la acción inmediata de quien es responsable de que trabajemos con seguridad. Yo estuve aquel día en una de esas concentraciones, y lo que allí sucedió es difícilmente verosímil, pero existen pruebas gráficas.
Ese día estábamos manifestándonos los compañeros del médico agredido, en respetuoso silencio al que obligaba la circunstancia. Era un acto movido por la solidaridad y para reclamar responsabilidades. Entonces, apareció un trajeado individuo en compañía de un séquito de fotógrafos y cámaras de televisión. Y sin dudarlo un momento, se puso al frente de la concentración, para salir en las fotos en primer término.
Se trataba del actual (por ahora) consejero de Sanidad. La sorpresa nos dejó inmovilizados a los allí presentes. Difícil creer que en una manifestación para reclamar la actuación del Gobierno responsable, sea el gobernante a quien se dirigen esas exigencias el que vaya a manifestarse. Es decir, el consejero acudía a un acto para exigir que actuase el consejero. Pues no era otra cosa lo que pedíamos. No omitiré que allí, y sin sonrojarse, se puso a soltar a los periodistas la consabida palabrería hueca, blá, blá, blá.
Uno podría dar por perdonado ese indecoroso esperpento si al menos tal consejero hubiese cumplido, aplicando las medidas necesarias para evitar nuevas agresiones. Pero lo cierto es que no solamente no hizo absolutamente nada útil, sino que reiteradamente se ha negado a atender nuestras elementales peticiones para poder trabajar con seguridad. Y las agresiones a los médicos han ido en aumento.
Instalados en la política-esperpento de querer normalizar lo intolerable, puede que ya no extrañe que hace pocos días alguien haya intentado añadir a la cartera de servicios del Hospital Valdecilla una nueva prestación: la neurocirugía con hacha. Pero esta noticia ha tenido alcance nacional, parece que en otros sitios sí les parece sorprendente que las agresiones a los médicos lleguen a tanto.
¿Hay motivos para una huelga? Puede decirse que los médicos solamente vamos a la huelga cuando recibimos hachazos por doquier, y que los hachazos más lesivos nos los asestan nuestros 'dirigentes'. Pues ya es proverbial que nuestra profesión no tiende a movilizarse, lo que ha facilitado que abusen de nosotros hasta límites inusuales. Pero incluso esos límites se han desbordado.
La actual es una huelga por la seguridad. Resulta insólito que nos obliguen a ir a la huelga para conseguir medidas de seguridad en el trabajo, y que sean médicos 'dirigentes' los que nos las han denegado (médicos de esos que abandonaron la medicina para dedicarse al despacho y el politiqueo, ya que nunca destacaron por ser unos hachas). Pero también es una huelga por la seguridad de nuestros pacientes, dado que la seguridad en la atención médica exige que se limite el número de pacientes diario. Eso es algo que ya estaba acordado pero, ahora, los del hacha no lo quieren cumplir.
Y no, no es una huelga por dinero. Por lo que no entraremos al trapo del ofensivo artículo, lleno de odio, acerca de las magníficas retribuciones de los médicos, escrito por uno que fue 'dirigente' de esta pobre sanidad cántabra (otro de los fugados de la medicina). Mejor olvidar esa delirante interpretación de la realidad, adornada con los desquiciados datos de un terraplanista aplicado.
En esencia, las reclamaciones de esta huelga de médicos son tan elementales que nunca debería haberse llegado a ella. Simplemente se demanda seguridad para ejercer, y no comprometer la calidad de la atención al paciente. Es anómalo tener que ir a la huelga para conseguir algo tan obvio como que cumplan con lo que ya está acordado y publicado por ellos mismos en el Boletín Oficial de Cantabria. Que es obligación del Gobierno resolver la escasez de médicos con una gestión de las ausencias (la continuidad) que ponga los medios suplementarios necesarios. Y sin inventarse nada que sea dañino socialmente, como lo sería crear una degradante categoría de médico sustituto a perpetuidad.
Nos han obligado a una huelga de autodefensa, y de defensa de la sanidad. Y estamos decididos a impedir que sean nuestros dirigentes los que nos vuelvan a romper la cara.
(*) Estudio del observatorio de agresiones a médicos/as. Organización Médica Colegial de España.
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